Vista En: TCM, jueves 3 de noviembre de 2016.
Título Original: The Wizard of Oz.
Director: Victor Fleming, con colaboración no
acreditada de George Cukor, Mervyn LeRoy, Norman Tauro y King Vidor.
Guión: Noel Langley, Florence Ryerson, Edgar Allan
Woolf, basado en la novela homónima de L. Frank Baum, publicada en 1900,
adaptada por Noel Langley y con colaboración no acreditada de Irving Brecher,
Herbert Fields, Arthur Freed, Jack Haley, E.Y. Harburg, Samuel Hoffenstein,
Bert Lahr, John Lee Mahin, Herman J. Mankiewicz, William H. Cannon, Ogden Nash,
Robert Pirosh, George Seaton, Sid Silvers y Jack Mintz. Género: Fantástico.
Música: [No hay compositor]. Fotografía: Harold Rosson.
Decorados: Edwin B. Willis. Vestuario: Adrian Greenburg.
Productora: Metro-Goldwyn-Mayer. Presupuesto: ±2.800.000 $.
País: USA. Año: 1939. Duración: 102 minutos. Color y B/N.
Reparto:
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Personajes:
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Judy Garland
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Dorita
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Frank Morgan
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Profesor Marvel/El Mago de Oz
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Ray Bolger
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Hunk/El Espantapájaros
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Bert Lahr
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Zeke/El León Cobarde
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Jack Haley
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Hickory/El Hombre de Hojalata
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Margaret Hamilton
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Srta. Gulch/La Malvada Bruja del Oeste
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Billie Burke
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Glinda
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Pat Walshe
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Nikko
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Charley Grapewin
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Tío Enrique
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Clara Blandick
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Tía Emma
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Terry el perro
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Totó
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Judy Garland
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Dorita
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(Para ver su ficha completa en IMDb, pinchar aquí)
Argumento: Dorita es una joven granjera de Kansas que
durante un tornado se refugia en su casa. Ésta, arrancada por el tornado,
transporta a la joven al mundo de Oz, aplastando sin querer a la Malvada Bruja
del Este. Su hermana, la Malvada del Oeste, busca venganza contra Dorita, que
viajará a la Ciudad Esmeralda en busca de una forma con la que regresar a casa.
Crítica: El director de La Isla del Tesoro [1934] y
Capitanes Intrépidos [1937] rueda una magna adaptación de la novela de Baum, en
la que Judy Garland se convierte por derecho propio en una estrella eterna del
celuloide gracias a la interpretación de una Dorita encantadora metida en una
aventura de tintes épicos y fantásticos, con mucha lectura subliminal y unos
más que magníficos secundarios (los deseos de El Espantapájaros, el León
Cobarde y el Hombre de Hojalata por tener cerebro, valor y corazón: una sutil
lección moral para vivir teniendo una mente culta, un espíritu fuerte y
sentimientos con que disfrutar la vida; Margaret Hamilton, o la ejemplificación
del mal en su esencia pura y sin destilar: su Bruja Malvada del Oeste es para
enmarcarla como uno de los villanos inmortales del cine; Glinda, el contrapunto
benévolo que equilibra la balanza para guiar a Dorita por el buen camino).
Fastuosa a más no poder en sus decorados como entusiasta en su puesta en escena
y canciones, El Mago de Oz posee una duración que si bien se antoja algo breve
en su no llegada a las dos horas, la fuerza de su metraje es de potencia
infinita por secuencias dignas de admiración (la llegada de Dorita al mundo de
Oz, instante en el que la película pasa del blanco y negro en tono sepia al
color más vivo y palpable; los números musicales y la andadura de ésta con sus
nuevos amigos a lo largo y ancho de Oz, con bosques y senderos perdiéndose en
el horizonte; la visión del Mago de Oz entre humos y llamas, como si fuese un
ser sobrenatural). Un trabajo perfecto, redondo al unísono con una serie de
fetiches bien hilados (el tornado que transporta a Dorita a Oz, evocando al
espejo que atraviesa Alicia para ir al País de las Maravillas; los Chapines de
Rubíes, unos zapatos que le dan un sentido transcendental en la protección
mágica que ofrecen), y un final al que tampoco faltan reflexiones. Supremacía
cinematográfica.
La Puntilla: Y yo pregunto: si el camino de baldosas
amarillas es el que lleva a la Ciudad Esmeralda, ¿adónde conduce el de baldosas
rojas?.
Mi
Valoración
★★★★★
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