Vista En: Cines Odeón (Corvera), domingo 16 de octubre
de 2016.
Título Original: Ozzy.
Director: Alberto Rodríguez.
Guión: Juan Ramón Ruiz de Somavía. Género: Animación.
Música: Fernando Velázquez. Dirección Artística: Esteban Martín.
Productoras: Capitán Araña, Arcadia Motion Pictures,
Pachacamac Films y Tangent Animation. Presupuesto: [Desconocido].
Países: España y Canadá. Año: 2016. Duración: 90 minutos. Color.
Voces Originales:
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Personajes:
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Guillermo Romero
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Ozzy
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Dani Rovira
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Fronky
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José Mota
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Vito
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Michelle Jenner
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Paula Martin
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Carlos Areces
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Sr. Robbins
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Fernando Tejero
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Radar
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Luis Bajo
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Chester
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Héctor Cantolla
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Grunt
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Juan Fernández
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Decker
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Elsa Pataky
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Maddie
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Pablo Espinosa
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Mike
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Selu Nieto
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Dominic
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(Para ver su ficha completa en IMDb, pinchar aquí)
Argumento: Ozzy es un simpático beagle que es el centro de la familia, unos dibujantes de cómic que le usan de personaje superheroico. Cuando ganan un viaje a Japón y no pueden llevarse a Ozzy, dejan a éste en un hotel especial para perros, pero el hotel es una trampa para enviarlos a un centro canino, donde trabajan como esclavos para construir discos voladores.
Crítica: Nadería tramposa y engañosa que debajo de su
pretenciosa aventura para perros lo que se esconde es un infumable remake a
medio camino entre El Rompehuesos [Robert Aldrich, 1974] mezclado con Evasión o
Victoria [John Huston, 1981] , a resultas de una animación algo torpe y
artificiosa en la que el director de El Bosque Animado [2001], cuyo nombre
coincide extrañamente con el de La Isla Mínima [2014] (sin relación entre
ellos) perpetra un escarnio que parece sacado para satisfacer la pasión perruna
de Dani Rovira, el cual se deja caer como uno de los personajes (el desmelene
de Ozzy cuando llega a la prisión de Blue Creek, en donde es entrevistado por
Decker, el alcaide de la prisión, un San Bernardo, y los guardas son dóbermann
pinchers; el etéreo diseño del pueblo/ciudad donde vive Ozzy, del que nunca se
llega a revelar su nombre, más típico de mediados del siglo XX que del XXI;
Fronky, un perro salchicha y miope obsesionado con fugarse, como una versión
‘muy cutre’ del Frank Morris que hizo Clint Eastwood en Fuga de Alcatraz [Don
Siegel, 1979]). Deslucida en su acabado digital como deslavazada en lo que
respecto a su guión, Ozzy dista de ser una película ni siquiera para niños,
dejando una muy rara sensación de ser un barco del que ni siquiera sabían las
intención de qué hacer con él (Ozzy, ofrecido de participar en una carrera
contra un perro de los guardas, atrapado entre Decker y Vito, un mafioso
chihuahua al que José Mota le pone voz; Robbins, un timador al que se le ve de
lejos, artífice de la prisión: ¿y el tío logra adiestrar algunos perros para
que le dirijan la cárcel, solo con la idea de que le fabriquen frisbees?. ¡Venga
ya!; los infinitos giros lingüísticos para darle entidad al idioma de los
perros, con cosas delirantes al estilo de “Tu Perro me Suena”). Un largometraje
prescindible e innecesario, mal pensado, peor elaborado, producto de una
manifiesta necedad.
La Puntilla: ¡Que me cuelguen del palo mayor por los pelos
del sobaco si un día consigo entender porqué hicieron esta soberana idiotez!.