“Criticaen25” es un punto de encuentro para todos los cinefilios, habitantes del séptimo planeta del sistema solar de las artes. Una propuesta amena y divertida a la par que abierta al debate y a la reflexión en la que, tan diariamente como sea posible, se irán comentando películas de todos los tiempos, con independencia de su género o fama. Un lugar en donde relajarse y disfrutar de un rato agradable en buena compañía.

X: La Realidad Trastornada

X: LA REALIDAD TRASTORNADA


 Don Jon [Joseph Gordon-Levitt, 2013] fue algo más que la ópera prima de un actor versátil como pocos en su generación han conseguido serlo, dueño a su vez de una cara inconfundible. Conquistador nato, obsesionado con seducir a una explosiva Scarlett Johansson y conociendo por casualidad a una madura y frágil Julianne Moore (¡vaya dos!), Jonathan “Jon” Martello es el clásico buen chico, simpático pero no especialmente inteligente ni listo, que guarda en su interior un secreto monumental: es adicto al porno en Internet (acompañado por tracción manual, obviamente). Pero ese no es el verdadero problema. El verdadero problema es doble: 1º, la gente que tiene de novia al estilo de una Scarlett Johansson pero se busca autosatisfacción en videos X; y 2º, creerse que lo que ve es real. Porque Jon, en su inocencia y/o ingenuidad, asume que las películas y videos X son verídicos y que por tanto, su vida está frustrada porque no es capaz de hacer lo que ve allí. Una realidad trastornada y vuelta del revés y cabeza abajo donde lo cotidiano es, de encontrarse a una pareja en pleno acto sexual, unirse y encima que te dejen. Que la chica de turno se sorprenda cada vez que desabrocha una bragueta. Que los finales son felices siempre y si encima hay dos hombres o más gozando a una chica, ellos acaban la jornada chocando los cinco en señal de victoria como si hubiese ganado su equipo de fútbol. Que ellas son multiorgásmicas y tienen un armario lleno de juguetes sexuales. Que ellos tienen pértigas de salto de altura del grosor de un perrito caliente (panecillos incluidos). Y que cualquiera vale para un buen rato, desde el pizzero y el panadero hasta el repartidor de butano. Y lo triste del asunto es que Jon no es el único en creer que eso es verdad. Porque hay quien no entiende que “Cine X” tiene tanto de X como de cine, y que el sexo entre ellos y ellas tal vez sea real. Pero el resto...eso sigue siendo cine.

 Nº De Serie: NC/TCM/00297. Escrito Por: The Cineman.
 Publicado El: Sábado, 5 de noviembre de 2016.

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Whitewashing: Racismo Encubierto

WHITEWASHING: RACISMO ENCUBIERTO


 Que un personaje blanco pase a ser de otra raza puede generar una cierta controversia, tal como sucedió cuando Samuel L. Jackson fue escogido para el papel de Nick Furia, o cuando los dioses Hogun y Heimdall pasaron del blanco nórdico a ser chino y negro en las películas de Thor. Claro que esa polémica se queda en nada en comparación a cuando un personaje de otra raza pasa a ser blanco, en que al margen del trabajo de su actor/actriz, éste acaba por quedar supeditado a la polémica, como un estilizado Guy Pearce que parecía seguir la doctrina del “muelas fuera” a la hora de ser El Mandarín, cuando el personaje es en origen asiático, en Iron Man 3 [Shane Black, 2013], la bella Marion Cotillard cuando fue Talia Al Ghul en El Caballero Oscuro: La Leyenda Renace [Christopher Nolan, 2012], o la iconoclasta y excéntrica Tilda Swinton en su encarnación de La Anciana en Doctor Strange (Doctor Extraño) [Scott Derrickson, 2016], en un papel que hubiese sido hecho por y para James Hong o Mako (en el supuesto de que aún estuviese vivo para hacer la película). Un blanqueamiento racial, denominado en su original inglés “whitewashing”, que levanta ampollas por sus reminiscencias a las políticas de un cierto señor con bigote que gobernó Alemania tiempo atrás y que, al igual que Angelina Jolie en su papel para Un Corazón Invencible [Michael Winterbottom, 2015], o un jovial Finlay Currie como Baltasar en Ben-Hur [William Wyler, 1959], aquello de coger blancos para fingir ser de otras razas en lugar de coger a actores de esa misma raza no hace si no verse con los ojos de la suspicacia por la idea de un racismo encubierto. Un racismo que reabre crudas cicatrices, las cuales no parecen dejar nunca de sangrar desde la 2ª GM, y que cíclicamente vuelven a cada vez que un personaje pasa de blanco a otra raza. Claro que eso se queda en nada en comparación a cuando un personaje de otra raza pasa a blanco.

 Nº De Serie: NC/TCM/00298. Escrito Por: The Cineman.
 Publicado El: Domingo, 6 de noviembre de 2016.

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Zapatero a tus Zapatos

ZAPATERO A TUS ZAPATOS


 Igual que se dice de gallegos y de asturianos, la música y el cine son “primos hermanos”, en el sentido de que es relativamente fácil encontrar a actores y actrices que hacen pinitos como cantantes y susodichos que intentan probar que más allá de videoclips de 3 minutos pueden resistir una película de 90 ó más. Y como no, ello ha generado casos fallidos y otros más exitosos. Whitney Houston demostró su vena actoral con El Guardaespaldas [Mick Jackson, 1992] y Esperando un Respiro [Forest Whitaker, 1995], pero tanto Britney Spears en Crossroads [Tamra Davis, 2002] como Mariah Carey en Glitter [Vondie-Curtis Hall,  2001] acabaron hundiéndose hasta el fondo como el Titánic. Incluso el mismo Elvis Presley y Frank Sinatra se metieron a actuar, siendo incapaces de romper con su imagen de galanes seductores. Y en el lado opuesto, decenas de actores han buscado su camino como cantantes, a veces con resultados de lo más inesperado: Bruce Willis y el inefable Hugh ‘Dr. House’ Laurie fueron hacia el jazz y el blues, mientras que David Hasselhoff cimentó su fama con el simpático “Looking for Freedom”, para luego destruirla con una versión de lo más chafardera y absurda del “Hooked On a Feeling”, cuyo videoclip no es peor porque no puede. Juliette Lewis le dio al rock con Juliette & The Licks, John Belushi junto a su inseparable Dan Aykroyd fueron los sacrosantos The Blues Brothers tanto en el cine como fuera de él, y Jennifer Lopez, que tenía sus pinitos en el cine, se lanzó a la música para ser una estrella rutilante. Tal como suele decirse, “hay de todo, como en botica”, y ciertamente ese limbo entre música y cine sí que ha visto y sido testigo de todo, de tropiezos leves a verdaderos choques contra al suelo hasta otros que logran dar el salto y ser dioses de la actuación y de la música. Claro que esos son los menos. Porque hay mucha gente que no sabe aquello de “zapatero, a tus zapatos”.

 Nº De Serie: NC/TCM/00216. Escrito Por: The Cineman.
 Publicado El: Miércoles, 13 de octubre de 2016.

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Una Bola de Nieve que no es Tal

UNA BOLA DE NIEVE QUE NO ES TAL


 Si algo nos enseña la mitología griega, es que en los livianos momentos de paz y relax, en los pequeños detalles, es cuando se desata la tragedia. Basta con que Perséfone se diese un paseo para recoger flores, que apareciese el dios Hades para secuestrarla y desatar una bronca entre dioses por liberarla. De ahí que el cine, que tiene buen aprendida la lección, suela iniciar sus más grandes tramas con un ligero golpe de efecto, con una bola de nieve que no es tal, para poner en marcha una cadena de acontecimientos que lenta pero inexorable acabará desembocando en algo más peligroso. En Sky Captain y el Mundo del Mañana [Kerry Conran, 2004], a la periodista Polly Perkins le dan en secreto dos pequeños tubos de misterioso contenido. En Captain America: El Soldado de Invierno [Joe y Anthony Russo, 2014], Viuda Negra se descarga unos archivos en un pendrive. En Los Tres Días del Cóndor [Sydney Pollack, 1975], un agente envía un informe rutinario a sus superiores de su trabajo. Y en Star Wars, Episodio IV: Una Nueva Esperanza [George Lucas, 1977], Owen Lars compra dos androides a unos jawas. Y eso es todo cuanto hace falta para que el destino y el azar pongan en marcha su enorme maquinaria: porque los tubos resultan ser vitales en una operación secreta, el pendrive tiene la clave para salvar a millones de personas, el informe del agente causará el asesinato de sus compañeros y su propia huida para saber qué pasó, y los dos androides serán la razón de que un joven Skywalker cambie su destino de granjero para ser algo mucho más grande que él mismo. En Titánic [James Cameron, 1997] es una simple mano de póker lo que permite a Jack Dawson conocer a Rose. Y así una y mil veces más, el arte del cine es el arte de coger pequeñas bolas de nieve, ponerlas al borde de la cima de una montaña, y ver como crecen al bajarla. Porque es así donde late la tragedia: en los pequeños detalles.

 Nº De Serie: NC/TCM/00242. Escrito Por: The Cineman.
 Publicado El: Martes, 18 de octubre de 2016.

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Truquitos de Salón

TRUQUITOS DE SALÓN


 Jarras de cerveza que se rellenan solas tras haberse consumido. Objetos con vida propia que hacen de las suyas. Cambios en la gravedad haciendo que la gente camine por las paredes y el techo. Una manzana cambiando de pasado a presente y futuro con un simple juego de muñeca. Viajes psicodélicos por otros universos y dimensiones. Ventanas que en realidad son portales a otros lugares, vistas desde el otro lado como puertas en mitad del aire. Y por más novedosos que puedan parecer estos detalles mágicos que se dejan caer por Doctor Strange (Doctor Extraño) [Scott Derrickson, 2016], en realidad forman un reciclaje de cosas ya vistas en décadas pasadas. Desde Fred Astaire y su baile desafiando la gravedad en Bodas Reales [Stanley Donen, 1951] al viaje interestelar de Jodie Foster en Contact [Robert Zemeckis, 1997], pasando por los viajes en el tiempo en títulos como El Tiempo en Sus Manos [George Pal, 1960] y su posterior remake La Máquina del Tiempo [Simon Wells, 2002], el cine, como todo lo demás, vive a base de recordar su pasado, actualizándolo a los nuevos tiempos para cada nueva generación, cambiando simplemente el envase pero manteniendo el formato. Es por eso que, disfrazándose de magia o de ciencia ficción, se utilizan recursos ya vistos por una simple cuestión de comodidad visual. En otras palabras, porque es algo familiar. Algo agradable a la vista con lo que uno puede identificarse, pese a que eso puede suponer una cierta limitación en los trucos mostrados y la creación de otros nuevos. Porque, por mucha fantasía y magia que haya en una película, en el fondo el miedo a lo desconocido, a ese elemento ajeno a lo humano, motiva que aún lo más fantástico termina aferrándose a una realidad conocida y confortable para la mente del espectador. Y si no, que se lo digan a Origen [Christopher Nolan, 2010] y sus edificios bailongos que salen en la Dimensión Espejo.

 Nº De Serie: NC/TCM/00299. Escrito Por: The Cineman.
 Publicado El: Lunes, 7 de noviembre de 2016.

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Terror no Sobrenatural

TERROR NO SOBRENATURAL


 En el cine de terror pululan demonios del infierno, espíritus y fantasmas con deseos de pasar la eternidad metiendo el miedo a sus víctimas, y monstruos de toda forma y condición dispuestos a comerse humanos en brochetas a la remanguillé. Pero existe un terror más allá de lo sobrenatural, un espantoso miedo que subyace en lo más hondo del ser humano y que se ha dejado sentir en numerosas ocasiones. Desde Arde Mississippi [Alan Parker, 1988] a Traidor [Jeffrey Nachmanoff, 2008], o de Delta Force [Menahem Golan, 1986] a Argo [Ben Affleck, 2012], el odio y el prejuicio del ser humano han escrito en letra de sangre su historia desde que prácticamente tomó conciencia de si mismo y su entorno. Y el terrorismo, como su nombre indica, es la doctrina del terror excusado en los argumentos más irracionales de todos: de creencia religiosa a diferencia racial por el tono de la piel, del machismo hacia la mujer y hasta distinciones por país o status (Malone [Harley Cokliss, 1987]), el fanatismo no es si no la obsesión del ser humano por un falso ideal de oligarquía social y/o política (un única fe, un único color en un único estilo de vida), obviando que es en la variedad y la diferencia donde, irónicamente, radican las semejanzas entre los seres humanos, como ejemplo de tolerancia y reconciliación. Pero, desde los imperios romanos a napoleónicos, de los hitlerianos a los yihadistas islámicos (y un largo etc. de intolerantes de toda índole), el séptimo arte se ha encargado de retratar lo peor de nuestra historia en un intento por evitar que esos extremismos terminen por aplastar la libertad de pensamiento y de acción. Tal y como decía el Coronel Kurtz en Apocalypse Now [Francis Ford Coppola, 1979], «el horror tiene cara, y tenemos que enfrentarnos a ella». Un horror que no es un fantasma del Más Allá, si no un ser humano dominado por la rabia del fanatismo y el odio. Ese con el cual no se puede razonar.

 Nº De Serie: NC/TCM/00257. Escrito Por: The Cineman.
 Publicado El: Viernes, 21 de octubre de 2016.

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Soledad Cinéfila

SOLEDAD CINÉFILA


 Suele ocurrir que, si uno sabe escoger sus batallas, acaba ganándolas todas si la planificación ha sido lo bastante buena. Y en el cine, si no sabe escoger el día y la hora (y sobretodo la película), se encuentre ante la situación de que una película esté a tu entera disposición, con la sala vacía, excepto tú. Una experiencia que, a pesar de lo insignificante que parece, puede ser de lo más transformadora por sus implicaciones. Porque de algún modo, el espacio y el tiempo se han confabulado y plegado de tal manera para que, en ese día y en esa hora concreta, seas el único espectador/a. Obviamente en los siguientes pases habrá más gente que la vea y la comente, y en los siguientes días más de lo mismo, pero esos horarios no son el tuyo, y esos días no son el tuyo. Es TU día, es TU hora y es TU película, y es toda ella para ti, lector/a. Evocando al Rutger Hauer de Blade Runner [Ridley Scott, 1982], que decía «es toda una experiencia vivir con miedo», se puede retocar su frase y decir que “es toda una experiencia estar solo en el cine”. Lo es porque el millón de cosas y de asuntos de los que puedas ocuparte y que te importan y/o preocupen pasan a un segundo plano. Pero más aún cuando no tienes a nadie más para compartir la película. Nadie que te moleste, ni te incordie, ni esté con el móvil dando (con perdón) el coñazo. Ver una película solo en el cine es una experiencia de pureza y de humildad, en tanto uno se encuentra solo ante una sala enorme sin nadie más para compartirla. Son de esos instantes para atesorar, aunque parezcan poca cosa, porque las ocasiones en que dicha situación se produce a lo largo de un año son más bien escasas. Y, precisamente por eso, valiosas. A tal punto de que no hay dinero que lo pague, ni nada con que negociarlo. Doy fe de ello, pues decenas de veces he vivido eso. Y cada vez que me ha pasado ha sido un desafío emocional entre la película y yo. Y lo disfruté en todas.

 Nº De Serie: NC/TCM/00241. Escrito Por: The Cineman.
 Publicado El: Lunes, 17 de octubre de 2016.

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Según Vistes, Así Eres

SEGÚN ERES, ASÍ VISTES


 En cierto momento, Arthur Conan Doyle escribió en los relatos sobre Sherlock Holmes la siguiente frase: «El mejor lugar en donde esconder algo es un lugar bien visible». Y ese precisamente es uno de los trucos más vistosos y a la vez más disimulados del cine, el uso del vestuario para matizar la personalidad de cada personaje. Aunque en las películas ambientadas en el siglo XIX y de allí hacia atrás se hace algo más difícil (aunque no imposible) de conseguir, los expertos de vestuario son los encargados de meter a los actores en la piel de sus personajes, cosa que hacen con lograda efectividad a base de pantalones, chaquetas, camisas y gafas. Si toca hacer de un tímido apocado, chaqueta de entretiempo color beige, gafas y corbata. Si la chica es de mente libertina, le irán perfectamente las faldas y/o pantalones cortos mostrando cuerpo, con camisas y tops muy ajustados. Si es el clásico triunfador ejecutivo, trajes de lo más caros y ropa de andar por casa que valen el sueldo de varios meses de un trabajador corriente. Y si es una chica empollona, gafas de pasta, vestido largo tapada como monja y quizás un aparato dental. Obviamente, todo ello es sexualmente intercambiable de hombres a mujeres, haciendo que a golpe de vista, en tan solo un par de segundos, cada espectadora sepa identificar el tipo de personaje que se está viendo en la pantalla. Y ni siquiera el cine de ciencia ficción y/o futurista, se libra, en que el vestuario también se amolda para simbolizar un rol muy determinado: profesor, alumno, bandido, héroe, villano y mano derecha del villano, no existe prototipo ni estereotipo al que el vestuario no sepa darle la ropa adecuada. Esa es una su principal tarea, su misión más importante. Más allá de lucirse y estar majestuoso y/o ruinoso si la situación lo requiere, el vestuario no tiene otra misión que, sin palabras, decir al público a quién están viendo. Incluso más allá del siglo XIX.

 Nº De Serie: NC/TCM/00290. Escrito Por: The Cineman.
 Publicado El: Martes, 2 de noviembre de 2016.

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Realidad Ficticia y Ficción Realista

REALIDAD FICTICIA Y FICCIÓN REALISTA


 Uno de los juegos más habituales, tanto en las novelas como en las películas (y a veces ambos, si el segundo adapta al primero), es la posibilidad de, con mayor o menor acierto, volver la vista atrás al pasado para darle una distinta interpretación, ya sea desde un personaje real o, por contra, desde alguien ficticio que pasaba por allí, en lo que es el pistoletazo de salida para títulos como Trece Días [Roger Donaldson, 2000], con el asesor del Presidente John Fitzgerald Kennedy como hombre clave en la Crisis de los Misiles Cubanos, la celebérrima Forrest Gump [Robert Zemeckis, 1994], en la que un deficiente psíquico termina siendo involuntariamente crucial en algunos de los eventos más vitales entre los años 60 y 70 del siglo XX, o Resucitado [Kevin Reynolds, 2016], donde un ficticio centurión romano acaba implicado en la muerte y la resurrección de Jesús. Es un doble juego de lo que se podría llamar realidad ficticia y ficción realista, en el sentido de que juegan con lo conocido para darle la vuelta, cambiando el prisma con que se ve en busca de otro enfoque. Y la televisión tampoco se ha quedado al margen de ello, desde que algunas series policíacas como la saga Ley & Orden [1990] y sus derivadas Unidad de Víctimas Especiales [1999] y Acción Criminal [2001], dedicaron muchos de sus capítulos a recrear crímenes reales y casos de abusos, cambiando los nombres y la situación lo justo para que fuese reconocible pero para evitar demandas por parte de los implicados reales (por si las moscas). Ya se trate de dramas a lo World Trade Center [Oliver Stone, 2006], de comedias románticas como Te Puede Pasar a Ti [Andrew Bergman, 1994], o intrigas como El Quinto Poder [Bill Condon, 2013], la línea que separa realidad de ficción en el cine puede llegar a difuminarse hasta casi desaparecer. Porque le encanta crear otro tipo de realidades. Unas realidades ficticias, que son ficciones realistas.

 Nº De Serie: NC/TCM/00209. Escrito Por: The Cineman.
 Publicado El: Lunes, 10 de octubre de 2016.

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G25: Grandes de Todos los Tiempos

G25: GRANDES DE TODOS LOS TIEMPOS


 Buscando llegar a terrenos no explorados antes, Crítica en 25 se complace en presentar una nueva sección llamada Grandes en 25, abreviada como “G25”, centraba única y exclusivamente en los nombres más importantes del cine de todos los tiempos, ya sea directores, actores o incluso de aquellos personajes que por razones de peso hayan trascendido la propia película, convirtiéndose en parte del cultura popular, con independencia de si son parte de los buenos o de los malos. Un examen de los nombres más fulgurantes y cuya trayectoria más ha servido de inspiración para generaciones posteriores de amantes del séptimo arte, como también objeto de encendidos debates. Agrupada bajo el encabezado de G25 como título (más la persona/personaje de turno de quien se hable) cada no-crítica es tanto un homenaje como un análisis de aquellos que, a lo largo de los años, han aparecido para (al margen de si su aportación fue breve o más duradera) cambiar las reglas del juego. A diferencia del resto de no-críticas, que intentan ser más generales para así tener mayor alcance, las G25 serán precisamente sus antagonistas, focalizándose en la persona o el personaje en cuestión para especificar tanto como se pueda. Aunque la idea original era limitarse en exclusiva a los cineastas, posteriores reflexiones del potencial de G25 llevaron a la conclusión de que esto debía ser más extensivo en su potencialidad, de forma que se tenga mucho más de lo que hablar. Sin fecha prefijada de estreno, en que irán surgiendo aleatoriamente, las G25 se convertirán en un viaje diferente, en otra manera de ver el cine no desde las películas ni desde géneros o mensajes que ellas pretendan dejar, si no desde el trabajo de sus actores y actrices, sus personajes y aquellos que estuvieron allí para dirigirlos. Un viaje que será tan variado y tan prolijo como el mismo cine. Porque anda que no hay gente importante de la que hablar.

 Nº De Serie: NC/TCM/00210. Escrito Por: The Cineman.
 Publicado El: Lunes, 10 de octubre de 2016.

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Profesiones Discretas, pero Vistosas

PROFESIONES DISCRETAS, PERO VISTOSAS


 No existe película sin dos elementos que, por ser meramente visuales, pasan o llegan a pasar desapercibidos, al estar supeditados al trabajo de sus actores y actrices: la fotografía y el vestuario. La primera se encarga de que la luz y la situación de cada personaje en una escena cualquiera sea la mejor posible para que resalte en pantalla, además de procurar paisajes que nada aportan a la película pero que la complementan en una sucesión de postales de gran belleza, tanto silvestre como urbana. La segunda se encarga, de manera muy discreta, de enfatizar la personalidad de cada uno de los personajes, de decir sin palabras si él/ella es alguien culto e inteligente o falto de ideas, si va de moderno o prefiere los trajes clásicos, o si es alegre o alguien con exceso de seriedad. Notándose más en las películas de época, desde la Era Victoriana a la Edad Media o la Grecia Clásica, (como en Quo Vadis [Marvin LeRoy, 1951], La Edad de la Inocencia [Martin Scorsese, 1993] y Braveheart [Mel Gbison, 1995], por citar tres) o en los estilismos más vanguardistas y futuristas para dar credibilidad a mundos que aún están por venir (La Fuga de Logan [Michael Anderson, 1976], Blade Runner [Ridley Scott, 1982] y la trilogía Matrix [Larry y Andy Wachowski, 1999 y 2003], por irse al lado opuesto), en cierto modo la fotografía y el vestuario son el mismo oficio: son profesiones discretas, pero vistosas, que hacen de apoyo para que la actuación del reparto logre alcanzar su máximo potencial, y se convierta en un éxito que arrase en las taquillas. Largometrajes de la talla de Desayuno con Diamantes [Blake Edwards, 1961], Operación Dragón [Robert Clouse, 1973] y Wall Street [Oliver Stone, 1987], a pesar de que no lo parece, dejaron tras de si un vestuario que ha sido y aún es el icono de su tiempo, reverenciado y hasta imitado a posteriori. Y no deja de ser curioso que a veces ambas cosas parezcan pasar desapercibidas.

 Nº De Serie: NC/TCM/00226. Escrito Por: The Cineman.
 Publicado El: Viernes, 14 de octubre de 2016.

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Pérdida de Visión (y no es Ceguera)

PÉRDIDA DE VISIÓN (Y NO ES CEGUERA)


 Es tal vez uno de los elementos más indispensables del cine de terror y que más resultados ofrece en lo inocuo de su apariencia. La niebla, que incluso (a fecha de este artículo) tiene tres películas dedicadas a su nombre, en inicio no es más que una nube que atraviesa las capas bajas de la atmósfera para aposentarse sobre montañas y ciudades, ofreciendo panorámicas de mares de nubes dignas de una postal, cubriendo con su manto valles, colinas y bosques. Si se trata de dramas de época, puede crear bucólicos paisajes para escenas de amor y drama, pero dentro de los parámetros del cine de terror, la niebla ha servido y sirve para crear atmósferas y dar ambiente, así como también para infundir un profundo pavor. Buenos ejemplos de ello es la escena en la que una asustada Nicole Kidman en Los Otros [Alejandro Amenábar, 2001] se adentra en ella intentando llamar al pueblo, y el modo en el que súbitamente desciende al pueblo de Brighton, presagiando (en más de un sentido) el terror y espanto de La Niebla, de Stephen King [Frank Darabont, 2007]. Poderoso en su inocente apariencia, La Mujer de Negro [James Watkins, 2012] supo darle toda su misteriosa energía para convertirlo no tanto en terror puro como en suspense e intriga, todo ello al servicio de Daniel Radcliffe buscando su hueco tras haber dejado atrás a Harry Potter. Pero, al margen de pelis clásicas de Drácula o de Frankenstein y cualquier monstruo de la Universal o la posterior Hammer, pocas películas supieron aunar suspense y terror como la susodicha La Niebla [John Carpenter, 1980], una obra maestra por la manera en la que, lenta pero cuidadamente, no solo mostraba una niebla de extraña luz en su interior, si no que revelaba lo en que su interior ocultaba. Ese es el poder de la niebla: hacer pensar en si dentro de ella existe algo maligno con ganas de matar. Pese a remakes infames como el de Rupert Wainwright de 2005.

 Nº De Serie: NC/TCM/00291. Escrito Por: The Cineman.
 Publicado El: Jueves, 3 de noviembre de 2016.

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Oh, se Parece a mi Tío Óscar

OH, SE PARECE A MI TÍO ÓSCAR


 Fue un comentario al azar, un simple pensamiento lanzado al aire. Y es muy posible que Margaret Herrick, allá por 1931, no pensase que el comentario al ver por primera vez la estatuílla con la que Hollywood premiaba a su gente y que llevaba funcionando desde 1929, solo un par de años, alcanzase mayor repercusión. Nada más lejos de la realidad. En un mundo a décadas luz de las redes sociales y de Internet, el boca a boca motivó que sus palabras fuesen la comidilla del momento y que, de forma popular, dicha estatuílla encontrase su identidad con un nombre que, al paso de los años, se ha convertido en uno de esos referentes que solo pronunciarlo uno ya sabe de lo que se habla. Más allá de polémicas de como entregarlo (la clásica frase “And the winner is...” {“el ganador es...”} fue reemplazada por la más políticamente correcta “And the Oscar goes to...” {“Y el Óscar es para...”}) o de temas raciales de si los nominados son todo blancos y no hay gente de otras etnias aspirantes a él, los premios Óscar son el broche de oro de un ciclo de festivales y galardones que dura varios meses y cuenta con unos 60 en total alrededor del globo, el show definitivo que cierra la temporada y que, buscando la risa y el humor, dedica sus tres o cuatro buenas horas a entretener y ofrecer números musicales, y un eterno debate sobre vestidos que pasarán a la posteridad, amén de tener su corazoncito para recordar a aquellos que a lo largo del año se han ido para no volver. Y todo ello gira alrededor de una estatuilla que solo mide 34 cm. de alto, y tiene casi cuatro kilos de peso. Una figurita que según el mito popular los premiados la colocan en sus cuartos de baño («porque hace juego con la grifería», reza el chiste), y que se ha convertido en una suerte de anhelo para millones de personas, independientemente de raza, credo o país de origen. Porque, ¿hay alguien que no haya soñado alguna vez con ganar un Óscar?.

 Nº De Serie: NC/TCM/00276. Escrito Por: The Cineman.
 Publicado El: Jueves, 27 de octubre de 2016.

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Margaret Herrick
(★20 de septiembre de 1902; †21 de junio de 1976)
A saber qué sería del cine si no hubieras dicho nada.

Oasis y Santayana

OASIS Y SANTAYANA


 Desde los tiempos de Lo Que El Viento se Llevó [Victor Fleming, 1939] hasta Historia de una Pasión [Terence Davies, 2016] (lo que hay entre medias, y lo que vendrá después), el cine de época ha buscado, más allá de apasionados e intensos romances y de batallas épicas entre dos bandos enfrentados, revivir o revisionar la historia de la raza humana, escrita la mayor parte de ella con la sangre de los enemigos caídos en la guerra. Al margen de las inexactidudes que pudiera haber, y ya se trate de contar la historia de un guerrero del siglo XIV que de un emperador romano, o bien la vida de un personaje importante de la Revolución Industrial como la del Japón Feudal o de las culturas mayas o aztecas, la idea es exponer las corrientes de pensamiento y el modo en que en ese momento vivían hombres y mujeres, además de como se relacionaban entre si no tanto como una protesta y/o reivindicación de libertades y demás cosas como un mero ejercicio de memoria, para evitar que se olvide. Pues si la historia es pródiga en algo es en cambios: en la manera de hablar, en la de vestir, peinarse y hasta en la de asearse o dormir. Y el cine, aunque no en un formato documental al 100% (para eso ya están los propios documentales), lo intenta lo mejor que puede para recrear épocas pasadas, llamando a expertos y buscando escritos que ayuden a crear el envolvente perfecto que dé toda la credibilidad a la propia película. Un viaje en el que el odio y el recelo deben quedarse en la estación de tren, y que debe tomarse como un aviso. Algo que el grupo Oasis y el explorador George Santayana ya dijeron, cada uno por su lado, tiempo ha: «No mires hacia atrás con ira», y «los que no recuerdan el pasado están condenados a repetirlo». Eso es el cine histórico: el esfuerzo de evitar que se olvide el pasado, y de exponer lo que en él sucedió. Porque el pasado no es bueno o malo. Sólo eran otras corrientes de pensamiento.

 Nº De Serie: NC/TCM/00268. Escrito Por: The Cineman.
 Publicado El: Lunes, 24 de octubre de 2016.

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