Vista En: Cines Odeón (Corvera), martes 9 de mayo de
2017.
Título Original: The Bye Bye Man.
Director: Stacy Title.
Guión: Jonathan Pender, basado en la novela The
Bridge to Body Island, de Robert Damon Schneck, publicada en 2016. Género: Terror.
Música: The Newton Brothers. Fotografía: James Kniest.
Decorados: Jim Warren. Vestuario: Leah Butler.
Productoras: Intrepid Pictures y Los Angeles Media Fund.
Presupuesto: ±7.400.000 $.
País: USA. Año: 2017. Duración: 97. minutos. Color.
Reparto:
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Personajes:
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Douglas Smith
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Elliot
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Lucien Laviscount
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John
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Cressida Bonas
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Sasha
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Doug Jones
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Bye Bye Man
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Michael Trucco
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Virgil
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Jenna Kanell
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Kim
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Erica Tremblay
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Alice
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Marisa Echeverria
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Trina
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Cleo King
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Sra. Watkins
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Leigh Whannell
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Larry Redmon
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Faye Dunaway
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Viuda Redmon
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Carrie-Anne Moss
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Detective Shaw
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(Para ver su ficha completa en IMDb, pinchar aquí)
Argumento: Elliot, John y Sasha son tres estudiantes que
compran una casa en donde viven para alejarse de la residencia del campus. Su
convivencia en apariencia pacífica y feliz es trastocada cuando Elliot descubre
en un cajón de una mesita una referencia a Bye Bye Man, un ser sobrenatural que
mata a quien descubre su nombre, provocando paranoias y alucinaciones.
Crítica: Endeble miniproducción rayando en la serie Z
más innecesaria a la que la trama principal y sus actores son como pesadas
losas que destruyen la potencia de la idea y la trasladan a la nada absoluta,
deshaciéndose también de secundarios para relegarlos a meras comparsas que van
y vienen sin que su importancia quede del todo definida (Carrie-Anne Moss,
buscando demostrar en vano que todavía tiene que ofrecer algo al cine más allá
de Matrix [Larry y Andy Wachowski, 1999], en tanto su personaje no solo sale
demasiado tarde, si no que su papel de poli no le sienta bien: su careo con
Elliot en comisaría es lo único lucido; las recurrentes visiones de Elliot,
John y Sasha, creando un poco de mala confusión sobre la realidad y lo que es
alucinación: incapaz de meter miedo pero sí de ser algo repelente; Elliot,
viendo unos ojos entre la oscuridad, un eco muy muy lejano de aquella magistral
Terror en Amityville [Stuart Rosenberg, 1979]). Autora de películas como La
Última Cena [1995] y El Diablo Viste de Negro [1999], Stacy Little se apunta al
terror aparecido tras Insisidious [James Wan, 2010] para convertirse en un
refrito en pobre pasado de vueltas que no logra asustar y que deja para el
recuerdo una negligencia convertida en película, camino de la comercialidad más
morosa (Doug Jones, lo único realmente decente en su enésimo papel de monstruo:
alguien que no habla pero que no lo necesita para cumplir como su cometido; el tema
del abrigo, otro cliché que es como el payaso de Poltergeist [Tobe Hooper,
1982]: ¿por qué está siempre ahí, si nunca se ve a nadie con él puesto?; el
prólogo, sentando las bases de lo que será el resto de la trama: un ejercicio
fútil de parar lo que se va por la cuesta de la decrepitud a marchas forzadas).
Nunca Digas su Nombre es, al igual que Ouija [Stiles White, 2014], un trabajo
sin un atisbo de originalidad, ausente también de toda grandiosidad fílmica.
La Puntilla: El espectro vale la pena. El resto no lo reflota
ni la versión XXXL de un Hércules gigantesco levantando a hombros el Titanic.