Vista En: Youtube, sábado 4 de marzo de 2017.
Título Original: Monsterbox.
Directores: Lucas Hudson, Colin Jean-Saunier, Derya
Kocaurlu y Ludovic Gavillet.
Guión: Ludovic Gavillet, Lucas Hudson y Colin
Jean-Saunier. Género: Animación.
Música: Erwann Chandon. Dirección Artística: [Desconocido].
Productora: Bellecour Ecoles D’Art. Presupuesto: [Desconocido].
País: Francia. Año: 2012. Duración: 7 minutos. Color.
Voces Originales:
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Personajes:
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[Inexistente]
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(Para ver su ficha completa en IMDb, pinchar aquí)
Argumento: El día a día de un anciano dueño de una
tienda de viveros para pajaritos se ve interrumpida por una niña pequeña algo
traviesa, que desea comprarle alguna de sus casitas para pájaros para que en
ella puedan vivir y dormir sus mascotas. El problema reside en que la niña no
tiene pajaritos por mascotas, si no unos pequeños monstruítos de extraña
apariencia.
Crítica: Modesto y sobrio cortometraje que juega a
mezcla lo fantástico y lo cotidiano en forma de dos personas que, encontradas
del modo más anodino, cada uno de esos encuentros están adornadas con un
elemento fantástico de lo más extraño, que permite crear un cierto conflicto
para aderezar la trama y de ese modo llevarla a unos terrenos que permiten unas
dosis de comicidad no espectaculares ni estratosféricas, pero sí eficaces (la
cara del anciano al ver por primera vez a la mascota de la niña pequeña,
negándose en redondo a cederle ninguna de sus casitas para que semejante ser
viva en ellas; la cara y aspecto de la niña, con un pelo y una dentadura tan
peculiares que también ella parece {solo parece} otro monstruíto más; el diseño
de producción, que dota a la tienda de una aureola de sencillez y fragilidad,
debido a la cantidad de plantas y árboles que corren peligro a cada visita de
la niña y su mascota). Sin diálogo alguno y acompañada por una banda sonora que
cumple su misión con una escueta profesionalidad, Caja de Monstruos es un
entretenimiento un tanto nimio y tibio que se queda a mitad de camino en sus
intenciones, pero que salva los muebles por el cariño que destila su contenido
en acto final (los movimientos de los personajes, por momentos acartonados y
poco natural, al igual que el diseño de los monstruítos, que parecen ser
descartes de la mítica serie de TV Pokemon [1998]; una de las visitas, donde el
anciano pierde y con justa razón los nervios al ver sus temores hechos
realidad; el epílogo, donde el amor prevalece por encima de todo y de una
manera ciertamente vistosa). Una propuesta amena y honesta con alguna duda en
el aire (¿de dónde saca o encuentra la niña a semejantes bichos?), y a la que
no se le puede pedir más en su premisa. Un trabajo ni deficiente ni tampoco
sobresaliente, tan fácil de ver como de olvidar. Siete minutos de una
entrañable pequeñez.
La
Puntilla: ¿Por qué narices
le hicieron a la niña ese pelo tan raro, que casi parece como un erizo que
hubiese mutado en humano?.
Mi
Valoración
★★★★★
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