Vista En: Youtube, martes 7 de febrero de 2017.
Título Original: Knocking on Death’s Door.
Director: Mitch Marcus.
Guión: Craig J. Nevius. Género: Terror.
Música: Michael Portis. Fotografía: Harry Box.
Decorados: Aoife Keogh. Vestuario: Aisling Byrne.
Productora: Netridge Limited. Presupuesto: [Desconocido].
País: USA. Año: 1999. Duración: 88 minutos. Color.
Reparto:
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Personajes:
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Brian Bloom
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Brad Gallagher
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Kimberly Rowe
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Danielle Gallagher
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John Doe
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Profesor Ballard
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David Carradine
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Doc Hadley
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Colm O’Maonlai
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Joven Doc Hadley
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Caroline Rothwell
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Bonnie Laurence
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Stella Feehilly
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Elizabeth
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Freda Hand
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Harriet Baker
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Richard Farrell
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Priest
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Michael McCabe
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Samuel Sr.
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Brian Glanney
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Samuel Jr.
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Stuart Dunne
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Judd
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(Para ver su ficha completa en IMDb, pinchar aquí)
Argumento: Brad y Danielle Gallagher son una pareja de
recién casados que trabajan como parapsicólogos, estudiando e investigando
casos paranormales. Para su luna de miel, su jefe y antiguo amante de Danielle,
el Pr. Ballard, les envía a la casa de Hillside, en donde veinte años atrás
murió un policía y en la que se dice habita el espectro de uno de sus antiguos
dueños.
Crítica: Necedad de tercera división que juega a
dárselas de importante, que está ausente de carisma en sus protagonistas y de
una historia más decente y sólida, la cual se va por el desagüe con la rapidez
de un estornudo metida en camisa de once varas, proporcionando momentos que
apuntan maneras en el mundillo del porno blando softcore (Brad y Danielle,
poniéndose juguetones varias veces en la casa, solo para ser interrumpidos del
modo menos normal y más paranormal posible; Brian Bloom y Kimberly Rowe, ella
preciosa pero a la vez sosita, y él una mezcla rarísima entre Jason Patric,
Scott Foley y Nestor Carbonell, pero sin la capacidad interpretativa de ninguno
de ellos; Ballard, o un profesor con más libido que altura tiene el Everest,
siempre rondando a su antigua novia por ver si puede evocar “viejos tiempos”:
lo extraño es que ella no explote en llamas de lo caliente que anda el tío). Ni
siquiera contando con la casi vergonzosa y ruborizante aparición de un David
Carradine en rebajas, o una puesta en escena que intenta sin éxito crear una
atmósfera de terror, se consigue un mínimo de credibilidad y de entidad a un
film que además se da el escarnio de plagiar, descarada y reiteradamente, el
tema de inicio de la mítica El Resplandor [Stanley Kubrick, 1980] que compuso
Rachel Elkind, que suena por doquier (las visitas de Brad y Danielle al Dr.
Hadley, curándose las heridas provocadas por los fantasmas: ¿es que no había
una voz más insólita y discordante con la cara y el cuerpo de Carradine?; la
paranoia creciente de Brad, obsesionado con la relación pasada entre Ballard y
Danielle a sabiendas de los intentos de éste por meter ficha; los efectos
especiales, del primero al último, saldo de mercadillo casi regalado). Una
película en pobre, carnaza de infaustas madrugadas televisivas, cuyo final no
puede ser más desacertado ni rezando una vela a San Judas, patrón de causas
perdidas. Un fiasco total.
La Puntilla: Si a la chica tanto le gusta enseñar carne,
pasad del terror e ir al otro tema. A lo mejor incluso hubierais tenido más
suerte.
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