Vista En: Cines Marta & María (Avilés), martes 10
de febrero de 1998.
Título Original: The Devil’s Advocate.
Director: Taylor Hackford.
Guión: Tony Gilroy y Jonathan Lemkin, basado en la
novela El Abogado del Diablo, de Andrew Neiderman, publicada en 1990. Género: Intriga.
Música: James Newton Howard. Fotografía: Andrzej Bartkowiak.
Decorados: Roberta Holinko. Vestuario: Judianna Makovsky y Sarah Edward.
Productoras: Warner Bros., Regency Enterprises, Kopelson
Entertainment, Taurus Film, Monarchy Enterprises B.V. y New Regency Pictures.
Presupuesto: ±57.000.000 $.
País: USA. Año: 1997. Duración: 144 minutos. Color.
Reparto:
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Personajes:
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Keanu Reeves
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Kevin Lomax
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Al Pacino
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John Milton
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Charlize Theron
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Mary Ann Lomax
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Jeffrey Jones
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Eddie Barzoon
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Judith Ivey
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Sra. Alice Lomax
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Connie Nielsen
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Christabella Andreoli
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Craig T. Nelson
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Alexander Cullen
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Tamara Tunie
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Sra. Jackie Heath
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Ruben Santiago-Hudson
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Leamon Heath
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Debra Monk
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Pam Garrety
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Laura Harrington
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Melissa Black
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Keanu Reeves
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Kevin Lomax
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Argumento: Kevin Lomax es un brillante abogado de
Florida reclutado por un prestigioso bufete de Nueva York, adonde se traslada
con su mujer Mary Ann. Su vertiginoso ascenso y la tutela del creador del
bufete John Milton van en paralelo a su deterioro de su relación con su mujer,
atormentada por visiones mientras una serie de muertes le hacen sospechar del
propio bufete.
Crítica: El prota de Speed. Máxima Potencia [Jan De
Bont, 1994] se junta con el legendario Al Pacino en un duelo actoral de primer
orden aderezado por la belleza de un impresionante elenco femenino y una
ambientación tétrica y de lo más siniestra, cogiendo el mundo de los abogados para
proyectarlo mucho más allá en pequeños detalles muy reveladores, haciendo de
algunas escenas una sabrosa delicia (Milton, en el metro, hablando en brasileño
explicando a en chico que quería pelea con Kevin lo que pasa en su casa: su
presentación en su despacho o arrancándose a bailar flamencos son dos instantes
geniales; Christabella, de una sensualidad irresistible: el momento en que ella
imita a Jesús en la cruz es para morir de infarto; Mary Ann, sufrida y
maravillosa: su desnudo en una iglesia para revelar una terrible verdad a Lomax
irónicamente deja mucho a la imaginación). Elegante e imponente tanto en el
vestuario y perversa banda sonora de Howard, las panorámicas de esa Nueva York
que se antoja como una nueva Babilonia matizan y resaltan un guión magnífico,
que es aprovechado al máximo incluso por los secundarios (Judith Ivey, madre de
Kevin y que se reserva un instante de gloria digno de Star Wars; el imparable y
progresivo descenso a los infiernos de Mary Ann: su hallazgo de un bebé que
juega con “algo” es espeluznante; Milton, en una iglesia, jugando a posar su
dedo en el agua bendita: su cara de goce irrefrenable es impagable). Dotada de
un clímax final inmenso, así como de un primer final muy flojo pero de un
segundo cierre que recupera lo perdido, Pactar con el Diablo es uno de esos
peliculones de factura tan increíble como la labor del que ya dirigiese Oficial
y Caballero [1982] y Noches de Sol [1985] entre otras, haciendo de la película
algo maligno por definición, tan sórdido como Milton hablando de Barzoon y tan
increíble como Lomax solo en plena calle. No se le puede pedir más.
La Puntilla: Shakespeare lo expresó mejor que nadie:
«matemos a todos los abogados». Tal vez por que sabía exactamente de lo que
hablaba.
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