Vista En: Cines Los Prados (Oviedo), sábado 25 de junio
de 2016.
Título Original: Piper.
Director: Alan Barillaro.
Guión: Alan Barillaro. Género: Animación.
Música: Adrian Belew. Dirección Artística: [Desconocido].
Productora: Pixar Animation Studios. Presupuesto: [Desconocido].
País: USA. Año: 2016. Duración: 6 minutos. Color.
Voces Originales:
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Personajes:
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[Inexistente]
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(Para ver su ficha completa en IMDb, pinchar aquí)
Argumento: Una madre de playerito blanco intenta
enseñarle a su cría como acercarse a la playa y como encontrar comida en la
arena, gracias a la marea y a lo que las olas van dejando en la orilla. Debido
a que su primer intento se salda con haber sido arrollada por una pequeña ola,
esta queda traumatizada y se siente incapaz de volver a acercarse. Pero el
hambre la puede.
Crítica: Por enésima vez uno de los animadores de la
casa de Walt Disney se mete a debutar como director tomando un estilo de 3D
realista y alejándose del cell shading como en Aviones de Papel [John Kahrs,
2012] o Buenas Migas [Patrick Osborne, 2014] para pasarse al 3D puro y duro,
con un alto grado de realismo en su escenario y un muy ingenioso uso de la
perspectiva en función del tamaño de los personajes (la cara de terror de
Piper, la cría de playerito blanco, al ver la ola a punto de arrollarlo: para
los humanos, no sobrepasa del tobillo; el estado en el que queda tras la
susodicha, a medio camino entre lo cómico y lo compasivo de querer darle mimos
para ayudarla; la playa, situada en mitad de ninguna parte concreta: una cala
que sin humanos de por medio está llena de vida). Proyecta en cines a modo de
aperitivo de la sensacional Buscando a Dory [Andrew Stanton y Angus MacLane,
2016], Piper es un tesoro en miniatura sobre la superación de traumas así como
el nacer a la vida con el descubrimiento de nuevas experiencias que eso
conlleva, con un momento en verdad mágico (Piper, viendo a su madre encontrar
comida, poniéndose en posición de comerla solo para darse cuenta que no se la
darán en bandeja: de lo más divertido; su encuentro con unos minúsculos
cangrejos ermitaños, que se corona con un instante prolongado en el tiempo que
le permite a Piper ver un tesoro oculto bajo la arena; el diseño del Piper,
hecho para enamorarse de él/ella al primer segundo de aparecer: sencillamente
encantador/a). Sacando más de una lectura acerca de las relaciones
madres-hijos, Alan Barillaro se las arregla para, en tan solo seis minutos,
servir en bandeja de oro un relato de aprendizaje e independencia cuyo doble
final es el primero exultante y de esos que dibujan una sonrisa en la cara, y
el segundo mucho más breve pero igualmente divertido. Eso sí, está después de
los créditos finales.
La Puntilla: Haz lo que el resto de los tuyos no haga. Y
llegarás donde ellos jamás podrán llegar.
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