Vista En: Gnula.nu, domingo 16 de octubre de 2016.
Título Original: Sen to Chihiro no Kamikakushi [N. del T.:
Spirited Away].
Director: Hayao Miyazaki.
Guión: Hayao Miyazaki. Género: Animación.
Música: Joe Hisaishi. Dirección Artística: Yôji Takeshige.
Productoras: Tokuma Shoten, Nippon Television Network,
Dentsu, Buena Vista Home Entertainment, Studio Ghibli, Tohokushinsha Film
Corporation y Mitsubishi. Presupuesto: ±1.900.000.000 ¥ (±19.000.000 $).
País: Japón. Año: 2001. Duración: 125 minutos. Color.
Voces Originales:
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Personajes:
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Rumi Hiiragi
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Chihiro Ogino/Sen
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Miyu Irino
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Haku
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Mari Natsuki
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Yubaba/Zeniba
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Takashi Naitô
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Akio Ogino
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Yasuko Sawaguchi
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Yûko Ogino
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Tatsuya Gashûin
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Aogaeru
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Ryûnosuke Kamiki
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Bô
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Yumi Tamai
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Rin
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Yô Ôizumi
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Bandai-gaeru
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Koba Hayashi
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Kawa no Kami
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Tsunehiko Kamijô
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Chichiyaku
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Takehiko Ono
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Aniyaku
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(Para ver su ficha completa en IMDb, pinchar aquí)
Argumento: Chihiro es una niña que se muda con sus
padres. Al equivocarse de camino, llegan por error a un refugio abandonado.
Cuando por accidente sus padres queden convertidos en cerdos después de atracar
a comer con los platos de un restaurante, Chihiro descubre que se trata de una
casa de baños termales para dioses, por lo que buscará la manera para
recuperarlos.
Crítica: El maestro Miyazaki, enfrascado en otra
aventura fantástica como ya lo hiciera en El Último Unicornio [1982] y La
Princesa Mononoke [1997], se las arregla para dibujar un mundo de ensueño y
peligros dotado de una calidad y un trazo artístico inmaculado, así como de una
imaginería que haría palidecer incluso a los más grandes genios de la Disney
(el modo discreto pero eficaz en que Chihiro, a lo largo de la peli, se encarga
de atravesar toda la casa de los baños termales; el instante en que un paisaje
en apariencia convencional, al atardecer, se convierte en el puerto de llegada
de dioses y demás criaturas sobrenaturales, un delirio de asombrosa
magnificencia, preludio a todo lo que acontecerá después; los padres de
Chihiro, víctimas de una gula infinita como de unas imprevisibles consecuencias).
Precioso en el colorido que se percibe a lo largo de su duración como en la
música del siempre fantástico Higashi, el guión del propio Miyazaki tiene unas
dosis de fantasía dignas de elogio, donde no hay detalle que esté fuera de tono
ni rechine en su impostado, siendo un puzzle que encaja unas piezas con otras
para crear un mosaico de belleza sin par (las extrañas y reiteradas apariciones
del ‘sincara’, así como la de un dios pestilente, dos ejemplos de como desatar
las riendas de la fantasía; la forma en que un viaje en tren se transforma en
algo puramente fantástico, con dos mundos cercanos que parecen coexistir pero
no del todo; Yubaba, una bruja de desproporcionadas dimensiones cuyo hijo es de
todo menos convencional). Aunque su epílogo acaba siendo en extremo abrupto y
tajante (amén de que deja una duda en el aire), El Viaje de Chihiro es por si
solo una de esas pelis que justifica la existencia del animación japonesa,
vibrante y emotiva como a la vez misteriosa y mitológica, donde creencia y
superstición se combina con la animación más irresistible. Un tour-de-force en
verdad extraordinario.
La Puntilla: Todos los niños viven su mundo de fantasía.
Lo malo es cuando ese mundo se viene a vivir contigo y no hay forma separarse
de él.
Mi
Valoración
★★★★★
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