Vista En: Youtube, viernes 30 de septiembre de 2016.
Título Original: Tenshi no Tamago [N. del T: Angel’s Egg].
Director: Mamoru Oshii.
Guión: Yoshitaka Amano, basado en una historia
original de Mamoru Oshii. Género: Animación.
Música: Yoshihiro Kanno. Dirección Artística: Yoshitaka Amano y Shichirô Kobayashi.
Productoras: Studio DEEN y Tokuma Shoten. Presupuesto: [Desconocido].
País: Japón. Año: 1985 Duración: 71 minutos. Color.
Voces Originales:
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Personajes:
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Mako Hyôdô
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Niña
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Jinpachi
Nezu
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Chico
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(Para ver su ficha completa en IMDb, pinchar aquí)
Argumento: En un mundo post-apocalíptico, una niña vive
sola en un pueblo custodiando un misterio huevo, al que protege por encima de
todo. Un buen día, dándose cuenta de que un curioso joven la sigue, pierde el
huevo, pero el chico se lo devuelve, preguntando qué hay dentro. Ella se niega
a decirlo, por lo que el joven se queda junto a la niña para averiguarlo.
Crítica: Extraña y bizarra propuesta del autor de la
serie de animación Lum: La Chica Invasora [1982], dotada de un total
surrealismo que se hace patente a lo largo de su narración, y reforzada por su
banda sonora y el trazo con que se dibuja a sus dos personajes, dejándolos con
una expresión de inquietante y eterna melancolía (la casi onírica escena en la
que unos pescadores fantasma salen de
entre las casas ruinosas, prestos a cazar la sombra de unas ballenas y peces
gigantes que nadan por el mismo suelo y las fachadas de los edificios; los
coros angélicos que resuenan una y otra vez, como un eco lejano de 2001: Una
Odisea del Espacio [Stanley Kubrick, 1968], quizá como un reflejo de lo que se
ha quedado después de haber pasado el juicio de Dios; el aspecto de la niña y
del chico, dos personas sin nombres enfrascadas en conversaciones igualmente
etéreas y alejadas de la realidad). Lenta de narración hasta unos niveles casi
insoportables de letargia, algo que se denota en un arranque en el que los
primeros indicios de charla tardan como 20 minutos en aparecer, el resto de la
película ofrece una serie de simbolismos y alegorías a interpretar ‘a gusto del
consumidor’, aportando detalles aquí y allá que sirven como un refuerzo de su
carga metafísica (la niña, llevando al joven a ver un mural; el pueblo y
alrededores, envueltos en un cielo de tinieblas y nubarrones, sin sol ni
atisbos de que el día exista; el prólogo, en el que una nave en apariencia
extraterrestre aterriza en un paisaje digno de una pesadilla de M.C. Escher).
El Huevo del Ángel es la confirmación de que incluso en el cine de animación se
puede hacer cine de autor, apartándose de terrenos familiares a lo Disney para
hundirse en las procelosas aguas de lo subjetivo y la interpretación, con
películas que aunque no se entienda nada, tampoco es posible negarlas. Ni su
existencia, ni su capacidad para desafiar a la inteligencia de quien las vea.
La Puntilla: Los mundos de la imaginación son tantos y tan
variados como las estrellas del universo. Y a veces son irresistibles en su
sinsentido.
Mi
Valoración
★★★★★
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