Vista En: Youtube, sábado 7 de enero de 2017.
Título Original: The Scarlet Claw.
Director: Roy William Neill.
Guión: Edmund L. Hartmann y Roy William Neill,
basado en una historia original de Paul Gangelin y Brenda Weisberg,
inspirándose en los personajes creados en 1887 por Arthur Conan Doyle. Género: Intriga.
Música: Paul Satwell, sin acreditar. Fotografía: George Robinson.
Decorados: Russell A. Gausman e Ira S. Webb. Vestuario: Vera West.
Productora: Universal Pictures. Presupuesto: [Desconocido].
País: USA. Año: 1943. Duración: 74 minutos. B/N.
Reparto:
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Personajes:
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Basil Rathbone
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Sherlock Holmes
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Nigel Bruce
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Dr. John Watson
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Paul Cavanagh
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Lord William Penrose
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Arthur Hohl
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Emile Journet
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Miles Mander
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Juez Brisson
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Gerald Hamer
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Potts
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Kay Harding
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Marie Journet
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David Clyde
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Sargento Thompson
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Ian Wolfe
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Drake
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Victoria Horne
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Nora
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Harry Allen
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Bill Taylor
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Gertrude Astor
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Lady Lillian Penrose
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(Para ver su ficha completa en IMDb, pinchar aquí)
Argumento: Visitando Québec para participar en un
congreso de ocultismo, Sherlock Holmes y el Dr. Watson se acercan al pueblo de
La Morte Rouge al saber que Lady Penrose ha sido asesinada. Pese a la oposición
de Lord William Penrose de que se entrometa, Holmes comienza una investigación,
topándose con un pueblo asustado por leyendas de monstruos en las marismas.
Crítica: Octava cinta de la saga de Sherlock Holmes
protagonizada por Basil Rathbone y Nigel Bruce, y quinta dirigida por Roy William
Neill, que en esta ocasión recurre a toda la pesadillesca atmósfera de El Perro
de los Baskerville [Sidney Lanfield, 1939] para crear un relato al que no le
faltan ni pasajes con tintes perturbadores ni fantásticos, sin olvidarse de una
fotografía realmente estupenda para crear paisajes oníricos (su mismo
principio: toda una taberna paralizada, en silencio, ante unas campanadas que
no deberían de sonar, casi como un aviso sobrenatural; Holmes, paseando solo en
mitad de las marismas de La Morte Rouge, acechado en la distancia por un ser
que recuerda a un fuego fatuo o de San Telmo: extraordinario, sin más; la
secuencia en la que Holmes descubre al asesino, en un juego de luces y sombras
magnífico que permite mantener la intriga más allá de lo esperado). Brillante
por un guión al que le gusta jugar a mezclar géneros y buscar pasajes de mucho
interés, La Garra Escarlata es una cinta superior en todos en los sentidos
gracias al grado de perfeccionamiento de la historia como de sus protagonistas,
ya fusionados con sus personajes de forma indeleble (Watson, charlando con
Potts sobre lo sobrenatural en la taberna; el propio congreso, en el que Holmes
hace uso de su diplomacia para dejar claro su postura acerca del ocultismo:
racionalismo del siglo XX puro y duro; las propias marismas, que al igual que
los pantanos de Devonshire en la película de Lanfield, se sirven en bandera de
oro como terreno abonado para toda clase de apariciones). Rematadamente
estupenda incluso en su tercio final, donde la niebla juega un papel clave,
William Neill firma un trabajo notable de principio a fin, en el que la mención
a Churchill resulta interesante, y el resto un hallazgo tras otro. Una película
a la que no existe modo de encontrar fallo alguno. Ni siquiera en la simpleza de
Watson.
La Puntilla: Qué genialidad hay en este tipo de pelis, que
tengo la sensación de que si las pasasen a color algún día, ya no sería lo
mismo.
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