Vista En: TCM, lunes 18 de marzo de 2002.
Título Original: The Haunting.
Director: Robert Wise.
Guión: Nelson Gidding, basado en la novela La
Maldición de Hill House, de Shirley Jackson, publicada en 1959. Género: Terror.
Música: Humphrey Searle. Fotografía: Davis Boulton.
Decorados: John Jarvis. Vestuario: [Desconocido].
Productora: Argyle Enterprises. Presupuesto: ±1.400.000 $.
Países: Reino Unido y USA. Año: 1963. Duración: 112 minutos. B/N.
Reparto:
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Personajes:
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Julie Harris
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Eleanor Lance
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Claire Bloom
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Theodora ‘Theo’
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Richard Johnson
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Dr. John Markway
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Russ Tamblyn
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Luke Sanderson
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Fay Compton
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Sra. Sanderson
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Rosalie Crutchley
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Sra. Dudley
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Lois Maxwell
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Grace Markway
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Valentine Dyall
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Sr. Dudley
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Ronald Adam
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Eldridge Harper
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Diane Clare
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Carrie Fredericks
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Verina Greenlaw
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Dora Fredericks
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Paul Maxwell
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Bud Fredericks
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(Para ver su ficha completa en IMDb, pinchar aquí)
Argumento: John Markway es un doctor especializado en
investigar todo tipo de fenómenos paranormales. Acudiendo a la antigua mansión
Crain junto con Luke Sanderson, Eleanor Lance y Theo, los cuatro investigan si
la casa está o no encantada. Lo en principio es un sencillo experimento poco a
poco deriva en algo más ante los sucesos extraños que ocurren en la mansión.
Crítica: Brillantísima y escalofriante película de
terror rodada en un blanco y negro espectacular para otorgarle una insana y
perturbadora atmósfera que impregna de maldad cada recoveco de la propia
mansión, transformando a la enorme casa en un personaje más de un guión
perverso que juega con mucha habilidad todas las bazas del thriller psicológico
(la decisión de Wise de hacer que se escuchen los pensamientos de Eleanor, una
mujer frágil atormentada por la reciente muerte de su madre; la actuación de
Russ Tamblyn como Luke Sanderson, un escéptico-materialista para el que la casa
solo tiene el valor de lo que pueda sacar en dólares por ella; Theo, una mujer
hierática y ambigua pero con un don sobrenatural de clarividencia). Impecable
en la fotografía de Davis Boulton, sus juegos de luces y sombras así como los
ángulos y encuadres hacen de cada escena un juego de miedos y suspenses
infartantes, en tanto la partitura de Searle potencia más si cabe la angustia
creciente (el instante en que Eleanor, durmiendo al lado de Theo, le pide a
ésta que le sujete la mano para darle ánimos: un instante de paz que finaliza
del modo más inquietante posible; el diseño de la mansión Crain, en que no
existe un solo ángulo recto en ella, como indicativo de una mansión torcida y
retorcida desde su misma creación; todas las panorámicas exteriores de la casa,
con los pináculos y las ventanas casi como ojos malignos observando cuanto
acontece). Un trabajo de contención llevado al extremo que, sin sangre ni
apariciones espectrales al estilo de House on Haunted Hill [William Castle,
1959], permite al autor de Ultimátum a la Tierra [1951] ofrecer un relato de
terror dotado de un poderío visual y una energía que no titubea ni a propósito.
Un trabajo de relumbrón hecho con una pátina que la convierte en un clásico
diseñado para resistir el paso del tiempo sin perder su fuerza. Igual que la
propia mansión Crain.
La Puntilla: Películas como ésta se pueden ver mil veces,
y todavía se puede encontrar algo nuevo en ellas. Eso es lo que define un
peliculón.
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