Vista En: Paramount Channel, viernes 17 de junio de
2016.
Título Original: The Ten Commandments.
Director: Cecil B. DeMille.
Guión: Æneas MacKenzie, Jesse L. Lasky Jr., Jack
Gariss y Fredric M. Frank. Género: Drama.
Música: Elmer Bernstein. Fotografía: Loyal Griggs.
Decorados: Sam Comer y Ray Moyer. Vestuario: Edith Head, Arnold Friberg, Dorothy Jeakinsm,
John Jensen y Ralph Jester.
Productora: Motion Picture Associates. Presupuesto: ±13.282.712 $.
País: USA. Año: 1956. Duración: 220 minutos. Color.
Reparto:
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Personajes:
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Charlton Heston
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Moisés
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Yul Brynner
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Ramsés
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Anne Baxter
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Nefertari
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Edward G. Robinson
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Datán
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Yvonne De Carlo
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Séfora
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Debra Paget
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Lilia
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John Derek
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Josué
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Cedric Hardwicke
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Seti
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Nina Foch
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Bitia
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Martha Scott
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Josabel
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Judith Anderson
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Memnet
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Vincent Price
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Baka
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(Para ver su ficha completa en IMDb, pinchar aquí)
Argumento: En el antiguo Egipto, Moisés es con su
hermano Ramsés príncipe del imperio de Egipto y heredero al trono. Cuando
descubre que en realidad es hijo de esclavos hebreos, el faraón Seti lo
deshereda para ser convertido en esclavo y posteriormente exiliado al desierto
por Ramsés, pero sobrevivirá para regresar y exigirle a éste la liberación de
todo el pueblo hébreo.
Crítica: Remake de la película que el propio DeMille
ya dirigió en 1923, que destaca por una puesta en escena grandiosa hasta la
saciedad, y unos niveles de interpretación majestuosos combinada con una
recreación apasionante de lo que era la vida en el Egipto faraónico (Ramsés,
corriendo una cortina para enseñar a su padre como piensa honrarle; Yul
Brynner: no existen palabras en el diccionario para definir todo lo que aporta
con su sola presencia; Moisés, trabajando en un lodazal: una escena donde los
extras y la fotografía aportan una increíble panorámica del cruel significado
de “esclavitud”). Su reparto y detalles del guión como la narración en off que
a veces hace de la película un documental dan suficiente de sí como para
desbordar la pantalla de carisma, haciendo que las interpretaciones, incluso
las secundarias, sean apoteósicas (Nefertari, diabólica y perversa en sus
juegos con Moisés; Datán, o el clásico oportunista que hará lo que sea para
sobrevivir; Baka, el tirano orgulloso de serlo). Aunque su duración es larga
como un día sin pan, el director recurre a una puesta en escena que mantiene el
constante conflicto en todo momento, logrando una épica que llega a poner la
carne de gallina (Moisés, un Charlton Heston inconmensurable, partiendo el Mar
Rojo en dos: momento cumbre del cine por los siglos de los siglos; su duelo de
magia con Ramsés, otro prodigio en lo que a efectos especiales se refiere; la
creación de las Tablas de la Ley y su posterior enfrentamiento con unos
decadentes liberados). Con unos pocos números de baile muy bien ideados y un
final algo abrupto y trágico respecto al resto de su trama, Los Diez
Mandamientos es un trabajo redondo, perfecto al 100%, en donde no hay detalle
que sobre ni que falte. Un mosaico valioso en su mensaje, al margen de su
fuerte carga religiosa, sobre el gran derecho de todo ser humano: la libertad
para decidir su propio destino. Puro lujo.
La Puntilla: Toda raza oprimida termina soñando con su
libertador. Más vale que tiemblen los opresores el día que ese libertador
llegue.
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