Vista En: Cines Marta & María (Avilés), sábado 26
de febrero de 2005.
Título Original: Shi mian mai fu [N. del T.: House of Flying Daggers].
Director: Zhang Yimou.
Guión: Feng Li, Bin Wang y Zhang Yimou. Género: Artes Marciales.
Música: Shigeru Umebayashi. Fotografía: Xiaoding Zhao.
Decorados: Zhongquan Hu. Vestuario: Emi Wada.
Productoras: Beijing New Picture Film Co., Elite Group
Enterprises, Zhang Yimou Studio, China Film Co-Production Corporation y Edko
Films.
Presupuesto: ±100.000.000 ¥ (±12.000.000 $).
Países: China y Hong Kong. Año: 2004. Duración: 119 minutos. Color.
Reparto:
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Personajes:
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Takeshi Kaneshiro
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Jin
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Andy Lau
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Leo
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Ziyi Zhang
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Mei
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Dandan Song
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Yee
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(Para ver su ficha completa en IMDb, pinchar aquí)
Argumento: En el año 859 a .C., la Dinastía Tang
está en su decadencia y los abusos de poder han creado muchos grupos rebeldes.
Jin y Leo, dos policías de la provincia de Fengtian, son llamados a desmantelar
la Casa de las Dagas Voladoras, el más grande todos los grupos. Pero la misión
se complica cuando Jin se enamora de Mei, una ciega sospechosa de ser hija de
su líder.
Crítica: Con un reparto minimalista y un enorme número
de extras que solo están de adorno decorativo al compás de su cuarteto
principal, el realizador de títulos como La Joya de Shanghai [1995] y Happy
Times [2000] entre otros persiste en la senda de la épica con una historia
atemporal de rebeliones y de amores perdidos cuya puesta en escena y
ambientación es exquisita a niveles inconcebibles, que se encargan de llevar la
función a un exponente máximo de calidad y de una narrativa algo lenta pero aún
así apasionante (Mei, ante las autoridades, haciendo una demostración de su
ceguera con un baile “que quita todo el sentío”; Jin y Leo, o una amistad que
el tiempo y el destino se encargan de poner a prueba de multitud de formas,
tanto en lo personal en lo oficial: a pesar de lo manido y del déjà vu de
algunas de sus situaciones, el trabajo interpretativo de Takeshi Kaneshiro y
Andy Lau es una maravilla; Ziyi Zhang, una veterana en estas lides desde Tigre
y Dragón [Ang Lee, 2000] y Zu Warriors. La Leyenda [Tsui Hark, 2001], y una
belleza que roba corazones tan bien como baila y pelea: su sola presencia es
magnética de necesidad). Una propuesta arrebatadora en su fotografía y
panorámicas como en el vestuario, recreando en todo su esplendor la
magnificencia de una China imperial que ha entrado en declive (el clímax final,
con Jin, Leo y Mei liados en una pelea de esas que sobrecogen no tanto por su
habilidad en el combate {impecable y extraordinaria, todo sea dicho} como por
las implicaciones personales que de ella se derivan; la trama principal, que
pronto se deriva a un romance a tres bandas de toda la vida: una decisión
consciente y acertada pero que termina dejando un cabo suelto en el aire; el
hecho de no tener más personajes con peso específico en su entramado, lo que
limita y mucho su guión). Un film de lo más portentoso, visualmente fascinante,
emotivamente fantástico.
La Puntilla: Cumplir con tu deber o seguir a tu corazón.
Da igual la época, el amor será siempre motivo de conflicto más que la
política.
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