Vista En: Cuatro, sábado 30 de diciembre de 2006.
Título Original: Mononoke-Hime [N. del T.: Princess Mononoke].
Director: Hayao Miyazaki.
Guión: Hayao Miyazaki. Género: Animación.
Música: Joe Hisaishi. Dirección Artística: Satoshi Kuroda, Kazuo Oga, Yôji Takeshige,
Naoya Tanaka y Nizou Yamamoto.
Productoras: Dentsu Music And Entertainment, Nibariki,
Nippon Television Network, Studio Ghibli, TNDG y Tokuma Shoten.
Presupuesto: 2.400.000.000 ¥ (23.500.000 $).
País: Japón. Año: 1997. Duración: 134 minutos. Color.
Voces Originales:
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Personajes:
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Yōji Matsuda
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Ashitaka
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Yuriko Ishida
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San/Kaya
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Yūko Tanaka
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Lady Eboshi
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Kaoru Kobayashi
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Jigo
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Masahiko Nishimura
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Koroku
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Tsunehiko Kamijō
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Gonza
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Akihiro Miwa
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Moro
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Mitsuko Mori
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Hii-sama
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Hisaya Morishige
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Okkoto
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Kimihiro Reizei
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Jibashiri
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Tetsu Watanabe
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Yama
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Sumi Shimamoto
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Toki
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(Para ver su ficha completa en IMDb, pinchar aquí)
Argumento: Ashitaka es el príncipe de una pequeña villa
japonesa que, tras el ataque de una extraña criatura, es infectada por ella.
Expulsado, viaja solo esperando encontrar la cura de su maldición, llegando
hasta una aldea donde su líder, Lady Eboshi, mantiene una lucha contra los
espíritus del bosque, que es apoyada por San, una chica salvaje que vive con
los animales.
Crítica: Hayao Miyazaki, autor de maestrías como El
Último Unicornio [1982] y Mi Vecino Totoro [1988], vuelve a dar en el blanco
con una producción a la que se le nota su clara tendencia pro-ecologista,
sumergida por una fastuosa puesta en escena y por unos personajes que aún
enfrentados entre si tienen una química más que notable, amén de un trazo
artesanal en el dibujo al que no es posible ponerle un “pero” (el principio,
con la villa de Ashikata atacada salvajemente por un ser espantoso: una
secuencia que solo es un aperitivo de lo que pasará más tarde; la aparición de
los kodamas, unos extraños espíritus del bosque, inquietantes en su diseño: su
mera presencia ya dota a la película de una atmósfera onírica que es magistral;
Lady Eboshi, una mujer obcecada con la destrucción del bosque y sus espíritus
con tal de seguir manteniendo la producción de hierro: un reflejo muy preciso y
amargo de la destrucción que la raza humana ha hecho de la naturaleza). Fábula
con lecturas subliminales y una maravillosa banda sonora obra del compositor
habitual de Miyazaki, un genial Joe Hisaishi, La Princesa Mononoke es uno de
esos largometrajes que justifican y magnifican el cine de animación oriental,
en que cada segundo de su metraje es un regalo para los sentidos, repleto de
peleas pero también de secuencias llenas de magia (el momento en el que Okotto,
el dios jabalí, es engañado por unos humanos disfrazados, mascándose la
tragedia; el deseo de Eboshi de matar al Espíritu del Bosque, sin tener en
cuenta las consecuencias de su decisión para todos; San, una chica salvaje que
habita entre animales, cuya relación con Ashitaka es, como mínimo,
conflictiva). Ambientada y muy bien en el periodo Muromachi (1336-1573 d.C.), y
errado en su título español {Mononoke no es un personaje, y significa
‘espíritu’ o ‘monstruo’ en japonés}, solo cuatro palabras definen a la
película: “Muchas gracias por crearla”.
La Puntilla: ¿Por qué no le reconocen a Mizakayi su
talento a escala global, cuando queda patente que Disney a su lado es un
aprendiz?.
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