Vista En: Cines Ocimax (Gijón), sábado 7 de mayo de
2011.
Título Original: Priest.
Director: Scott Stewart.
Guión: Cory Goodman, basado en serie regular de
novelas gráficas Priest, de Min-Woo Hyung, estrenada en 1998. Género: Fantástico.
Música: Andrew Spence y Christopher Young. Fotografía: Don Burgess.
Decorados: Robert Greenfield. Vestuario: Ha Nguyen.
Productoras: Screen Gems, Stars Road Entertainment,
Tokyopop, Buckaroo Entertainment, Michael De Luca Productions. Presupuesto: ±60.000.000 $.
País: USA. Año: 2011. Duración: 87 minutos. Color.
Reparto:
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Personajes:
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Paul Bettany
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Sacerdote
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Karl Urban
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Sombrero Negro
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Cam Gigandet
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Hicks
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Maggie Q
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Sacerdotisa
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Lily Collins
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Lucy Pace
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Brad Dourif
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Vendedor
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Stephen Moyer
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Owen Pace
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Christopher Plummer
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Monseñor Orelas
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Alan Dale
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Monseñor Chamberlain
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Mädchen Amick
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Shannon Pace
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Jacob Hopkins
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Chico
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Dave Florek
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Crocker
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(Para ver su ficha completa en IMDb, pinchar aquí)
Argumento: En un futuro lejano, la raza humana vive en
una enorme ciudad tras una guerra entre humanos y vampiros. La Iglesia, el
consejo que gobierna la ciudad, prohíbe a un Sacerdote abandonarla para buscar
a su sobrina, que ha sido secuestrada por un bandido, pero él va igualmente en
su busca, para encontrarse que se trata de un vampiro al que daban por muerto.
Crítica: Segunda película de Stewart después de su
floja ópera prima Legión [2010], que en realidad y debajo de su impresentable
parafernalia lo que se oculta es un remake en pobre {de calidad} y en clave
fantástica de Centauros del Desierto [John Ford, 1956], presentando una serie
de ideas deslavazadas que a velocidad de crucero van hundiendo toda posibilidad
de éxito o contar una buena historia (la ciudad, eterno futuro tecnificado con
ínfulas de Blade Runner [Ridley Scott, 1982] pero tamizado de religión: nada
inspirado y poco lucido, amén de desperdicio de efectos especiales; las afueras
de la ciudad, o una Salvaje Oeste que convierte el grueso de la película en un
sucedáneo de western: aparte de desacertado, no hay modo alguno a de creérselo
ni a base de lingotazos; Chrisopher Plummer y su Monseñor Orelas: ¿cómo una
leyenda de su calibre se presta a una majadería de tal envergadura?). Apenas
llegando a una decente hora y media y con un perdidísimo Paul Bettany emulando
a un John Wayne de medio pelo, El Sicario de Dios destroza el trabajo original
de Min-Woo Hyung para crear un film repudiable al 200%, pervirtiendo incluso su
fotografía y banda sonora, pero más aún a sus secundarios (Brad Dourif y Karl
Urban, fuera de la trilogía El Señor de los Anillos donde dieron vida a Lengua
de Serpiente y Eomer, el primero pasable sin más y el segundo poniendo cara de
circunstancias; Maggie Q, o el vano intento, y además muy forzado, por incluir
una subtrama romántica que sobra desde el segundo uno; su epílogo, o un cúmulo
de clichés y topicazos doloroso hasta lo indecible). Conato fallido de
espectáculo de acción y ciencia ficción, el film es un espanto para enviar no
ya al limbo de las oportunidades perdidas, si no al pantano infecto de las
inmundicias (el tren, ejemplo último de reciclaje de cualquier peli western).
Un revulsivo negligente, olvidable y ruinoso a límites insospechados.
La Puntilla: ¿Alguien ha pensado alguna vez juntar todas
las malas películas y con ella hacer una enciclopedia de como no hacer cine?.
Mi
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