Vista En: TVE-1, domingo 20 de abril de 1997.
Título Original: The Puppet Masters.
Director: Stuart Orme.
Guión: Ted Elliott, Terry Rossio y David S. Goyer,
basado en la novela Amos de Títeres, de Robert Heinlein, publicada en 1951. Género: Ciencia Ficción.
Música: Colin Towns. Fotografía: Clive Tickner.
Decorados: Cloudia Rebar. Vestuario: Tom Bronson.
Productoras: Hollywood Pictures. Presupuesto: [Desconocido].
País: USA. Año: 1994. Duración: 109 minutos.
Color.
Reparto:
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Personajes:
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Donald Sutherland
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Andrew Nivens
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Eric Thal
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Sam Nivens
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Julie Warner
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Mary Sefton
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Keith David
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Alex Holland
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Will Patton
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Dr. Graves
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Richard Belzer
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Jarvis
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Tom Mason
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Presidente Douglas
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Yaphet Kotto
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Ressler
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Gerry Bamman
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Viscott
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Sam Anderson
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Culbertson
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J. Patrick McCormac
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Gidding
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Marshall Bell
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General Morgan
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(Para ver su ficha completa en IMDb, pinchar aquí)
Argumento: Una división científica del gobierno viaja a
un pequeño pueblo de USA, atraídos por la historia del posible aterrizaje de un
OVNI. Lo que en principio parece un fraude se revela como auténtico al
descubrir que se trata de una especie de pequeños alienígenas que se adhieren a
la espalda de los seres humanos para controlarlos tanto física como
mentalmente.
Crítica: Segunda película de Stuart Orme después de
Tierra de Lobos [1989] con la que el veterano director para TV firma un trabajo
más que espléndido gracias exclusivamente a un magnífico Donald Sutherland, ya
veterano en las lides invasoras tras La Invasion de los Ultracuerpos [Philip
Kaufman, 1978], al lado de un muy interesante Eric Thal y una guapa y estupenda
Julie Warner, en una trama entre médico, científico y fantástico a partes
iguales (el inicio, con tres chicos jugando a lanzarse un frisbee: un instante
de relajación que termina de la manera más espectacular posible; la entrevista
de los Nivens y Shelton con un periodista, en que la ausencia de mirar un escote
desata las suspicacias de que algo no va bien: un epic moment para reflejar la
clase de peligro a derrotar). Una intriga que funciona de maravilla tal como
ocurría en la película de Kaufman, en el que los infiltrados aparecen y
desaparecen por doquier, manteniendo de ese modo el suspense para transformar a
cualquiera en infiltrado potencial, y a cualquier situación, por anodina que
sea, en una angustiosa sorpresa detrás de otra (padre e hijo, en una charla a
tres bandas después que un parásito mantiene preso a uno de los dos; Sam y Mary
en casa del primero, a punto de tener un momento íntimo, interrumpido de manera
súbita; el experimento de Shelton y Graves con unos simios, que no hace si no
poner los pelos de punta). Eficiente en principales como Thal, el rabino Ariel
de Una Extraña Entre Nosotros [Sidney Lumet, 1992] y en secundarios como Keith
David, también habituado a los aliens tras La Cosa: El Enigma de Otro Mundo
[John Carpetner, 1982], Alguien Mueve los Hilos vuelve a reincidir, y de manera
precisa y sensacional, en el miedo a perder la identidad y quedar controlados
por algo de otro mundo. Una película con un duelo final un tanto interesante y
un cierre algo endeble, pero un contenido más que estupendo.
La Puntilla: El alien de Ripley era gigantesco y mataba a
diestro y siniestro. Éste mete más miedo porque pasa de matarte. Prefiere controlarte.
Mi
Valoración
★★★★★
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