NUNCA UN LUCAS
Al final de Ángeles y Demonios
[Ron Howard, 2009], mientras Robert Langdon observa desde una posición
privilegiada como el Cardenal Baggia se convierte en papa de Roma bajo el
nombre de Papa Lucas, Langdon comenta con cierta sorpresa que nunca hasta entonces
un Santo Padre había escogido Lucas como su nombre eclesiástico. «Muchos Marcos
y Juanes, pero nunca un Lucas», eran sus palabras. Pero más allá de la ficción,
tal simple aseveración esconde una profunda realidad con un doble trasfondo:
que por su condición de científico (médico, más exactamente), Lucas es el más
desconocido y el menos usado de los cuatro evangelios precisamente por el
rechazo que la fe suele tener a la ciencia en general, en especial a una que
puede desacreditar y/o refutar sus convicciones, tal como pasase con Galileo
Galilei o Copérnico durante el Renacimiento en los siglos XVI y XVII. Y a lo
largo de la historia, desde la era de Hipatia retratada en Ágora [Alejandro
Amenábar, 2009] a otras posteriores como la Edad Media en Nostradamus [Roger
Christian, 1994], la confrontación ciencia-creencia se convierte, tanto en el
cine como fuera de él, en el centro de una encarnizada lucha donde el fanatismo
aparece en ambos bandos y a su vez en dónde uno menos espera (la propia
película de Howard, a tal efecto). Irreconciliables por sus fundamentos
básicos, con la creencia exigiendo fe sin preguntas y la ciencia preguntas sin
fe, la sangrante brecha abierta entre los creyentes y los científicos desde
incontables generaciones es para el cine uno de esos recursos que puede
explotar y explota de diversas maneras, pero que para la vida real es un
vergonzoso estigma con demasiadas muertes tras ella a lo largo de tanto tiempo,
y que no tiene visos de terminar un día por más que se intenta denodadamente. Algo
que la historia confirma de una manera más que aplastante, en que nunca jamás
ha habido un Papa llamado Lucas.
Nº De Serie: NC/TCM/00793. Escrito Por: The Cineman.
Publicado El: Jueves, 25 de enero de 2018.
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