EL MORBO POR LO OBSCENO
Por palabras que existen para definirlo, el interés del ser humano por todo lo que se sale de lo convencional es lo que puede justificar tanto el género de terror en su extensión, en especial cuando se busca la sordidez de un castillo en ruinas plagado de fantasmas, hoteles con habitaciones prohibidas y hasta casas hechas con una ambientación sórdida que espanta. A tal efecto, lo que consigue La Matanza de Texas [Tobe Hooper, 1974] es cuanto menos un hito del salvajismo cinéfilo más amoral posible. Aparte de apuntarse el tanto de ser la primera película en la que sus víctimas mueren ni más ni menos que a motosierra (con la siguiente sangre y víscera de por medio), también consigue algo inédito que es coger a los villanos de toda la vida trajeados y elegantes, refinados y muy inteligentes, en un hatajo de caníbales paletos, sucios y de aspecto repulsivo, que viven donde Napoleón perdió el gorro y que se dedican básicamente a pillar cuanto turista se les cruce a tiro para merendárselo a las finas hierbas. Y es justamente esa atmósfera de vicio irrefrenable, de un mal que campa a sus anchas sin que nada ni nadie lo frene lo que resulta morboso y magnético de la película, llegando al límite de que las lámparas en su casa tienen tulipas de cabezas humanas sin cráneo, solo la piel deshuesada. Y muy en el fondo del subconsciente, late esa oscura y despiadada pulsión de locura que convierte una sentido visita por parte de los protas al cementerio de sus padres en un descenso a los infiernos de la demencia y el horror en su grado más abominable. Lo irónico es que, en esa demente recreación del horror, la película despoja al mal de su pátina y aureola de sofisticación, y lo hace del más magnético posible, haciendo primero que las imágenes sean difíciles de olvidar y segundo generando el deseo de repetirla. Aún sabiendo lo que va a pasar. Eso es lo que pasa cuando se despierta el morbo por lo obsceno.
Nº De Serie: NC/TCM/00718. Escrito Por: The Cineman.
Publicado El: Sábado, 11 de noviembre de 2017.
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