ENTRE LO CUTRE Y LO GROTESCO
Si por algo pueden definirse a
los 80 es por el cambio de paradigma en lo que a efectos especiales se refiere,
en especial a aquellos por ordenador y hasta por animatronic. Algo palpable
sobretodo a mediados de la década de los 90, infame como pocas, donde los
videojuegos intentaron colarse en el séptimo arte con adaptaciones horrendas
dignas de hacer huir al mismísimo Satanás. Una tendencia marcada por lo atroz
de su primera de ellas, Super Mario Bros. [Annabel Jankel y Rocky Morton,
1993], seguida posteriormente con otras del estilo de Double Dragón: La
Película [James Yukich, 1994], y rematada luego con Mortal Kombat [Paul W.S.
Anderson, 1995]. Todas, curiosamente poseen la misma cualidad: una mezcla
imposible de efectos digitales y de otros más artesanos que entre lo cutre y lo
grotesco sirvieron de lanzadera para que en años siguientes el género pudiera
prosperar, pero haciéndolo con unos inicios de lo más endebles y farragosos:
del impepinable y repugnante Abobo de la película de Yukich hasta el Goro del
film de Anderson, sin olvidarse de aquel Dennis Hopper cuyo peinado en la
película de Jankel y Morton debería estar prohibido por ley, las tres películas
se convirtieron y con justa razón en unos fracasos descomunales, auspiciados
precisamente por las limitaciones propias de una época a la que le faltaban un
par de décadas para refinarse en tema de digitalismos. De ahí que, visto desde
la distancia, resulta gracioso cuando menos su intento por abrirse camino, pero
también espantoso por lo terrible de la forma en que se hizo, tanto o más
lamentable que la destructiva para la vista y la mente La Pandilla Basura [Rod
Amateu, 1987], de la que mejor no hablar. Fruto del furor que los videojuegos
habían causado a nivel mundial, el intento de llevarlos al cine alumbró unos
esperpentos imposibles: y si no, que se lo digan a Street Fighter: La Última
Batalla [Steven E. DeSouza, 1994].
Nº De Serie: NC/TCM/00757. Escrito Por: The Cineman.
Publicado El: Miércoles, 20 de diciembre de 2017.
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