DOBLE PLACER A POSTERIORI
Para los asiduos al cine y a los
premios internacionales como el del Festival de Cannes, la Berlinale, el de
Sundance, y así un gigantesco etc. hasta sumar más de 60 galardones locales e
internacionales, existe un doble placer en el asunto de ir al cine a ver
películas: el inmediato y el “a posteriori”, el cual se produce semanas o meses
después, dependiendo de sus fechas de estreno, al saberse que dicho
largometraje que se había ido a ver ha resultado premiado en modo alguno y que
por tanto va a figurar en los anales de la historia por esos logros alcanzados,
pasando a la lista de una selecta minoría. Un proceso que, como todo lo demás,
incluso en la misma incertidumbre desde que son nominadas hasta que son premiadas
(como en los Óscar, en los que existe un mes de plazo entre nominaciones y
premios), permitiendo a los espectadores hacer sus propias quinielas y teorizar
sobre los posibles ganadores. Una suerte de juego, si se quiere verlo así, en
el que emoción está servida en la medida que la propia película logra llegar al
corazón tanto de jurado como también del público convencional. Ornado con
ceremonias de lujo y postín donde las chicas visten sus mejores galas y los
hombres intentan ser todavía mucho más hombres de lo que son a base de
esmóquines con corbatas y/o pajaritas, los premios de las distintas
competiciones son como un desfile de pasarela pero no de moda, si no de arte y
ensayo rodado a 24 fotogramas por segundo (y a veces, más), fruto de una industria
que pasó de los principios más endebles y titubeantes imaginables, a
convertirse en acontecimientos de interés a escala global, capaces incluso de
traspasar el ámbito del entretenimiento y la mera frivolidad del show business
para lanzarse a hacer reivindicaciones políticas. Y por encima de todo, unas
películas que le dan al espectador una sensación especial: la de ser parte de
algo que figurará en los anales de la historia.
Nº De Serie: NC/TCM/00717. Escrito Por: The Cineman.
Publicado El: Viernes, 10 de noviembre de 2017.
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