DE TAN MALA, ES BUENA
Resulta más que divertido y más
que interesante comprobar como bajo unas ciertas circunstancias, los límites de
la calidad se difuminan para desaparecer por completo. Y entonces, solo
entonces, absolutos desastres se convierten a velocidad de hiperespacio en
películas valiosas y reverenciadas por legiones de fans incondicionales. De la
impepinable Robot Monster [Phil Tucker, 1953] a la inolvidable Plan 9 from
Outer Space [Ed Wood, 1956], cada cierto tiempo es de obligado que aparezca una
película que, de lo penosa que es a todos los niveles, logra seducir a las
audiencias y aplicársele el tan conocido axioma de “de tan mala, es buena”,
pasando al acervo cultural aunque no precisamente por sus grandes méritos
técnicos y/o visuales. A tal efecto, el fenómeno que ocurre con The Room [Tommy
Wiseau, 2003], posteriormente retratado en el biopic/semirremake/making off (la
mezcla es una locura) The Disaster Artist [James Franco, 2017] sirve como vivo
ejemplo de lo dicho: argumentos que van a ninguna parte, escenas sin sentido
como la de cuatro tíos en esmoquin jugando a fútbol americano en la calle,
algunas escenas eroticofestivas de la serie Z en tamaño industrial para
aderezar la función y el actor/protagonista más nulo de talento y carácter
jamás visto en pantalla gritando su apoteósico «You tearing me apart, Lisa!» («¡Me estás aturdiendo, Lisa!»), que resulta ser el propio Wiseau, todo ello
logra, en conjunto, que sea un esperpéntico caos que empieza en la nada y acaba
en el vacío, pero que entre medias consigue (voluntaria o involuntariamente,
dependiendo de si Wiseau lo que quería era hacer comedia en el primer caso o
drama en el segundo) hacer reír a base de astracanadas en lo inverosímil de su
planteamiento y del posterior desarrollo. Tanto si Wiseau quiso hacer un mal
film adrede o si quería hacer uno bueno y no lo logró, de algún modo todo
encaja. Y de tan mala, es buena.
Nº De Serie: NC/TCM/00773. Escrito Por: The Cineman.
Publicado El: Viernes, 5 de enero de 2018.
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