LA MALDICIÓN DEL ODIO
En La Higuera de los Bastardos
[Ana Murugarren, 2017], un soldado falangista acaba convertido en ermitaño
cuidando de un árbol muy especial, llegando a ser una celebridad en el pueblo
pero despertando el recelo de los que fueron sus antiguos compañeros de armas,
antaño asesinos y luego empresarios de un cierto éxito y posición elevada,
debido a que debajo de árbol se ocultan las pruebas de sus crímenes de guerra.
Y es que, con unos 625.000 muertos entre ambos bandos y entre vanguardia y
retaguardia y tres años de un sangriento conflicto que diezmó al país, la
Guerra Civil Española es una herida abierta a la que es casi imposible parar la
hemorragia producida por el dolor de todos los muertos en guerra y en los años
posteriores a él, muchos de los cuales aún duermen el sueño de los olvidados,
enterrados en incontables y desconocidas fosas comunes a lo largo de la
geografía española, sin siquiera una lápida que sirva para honrar su memoria.
Lo sucedido entre 1936 y 1939, como todo lo que aconteció después hasta 1975 en
que la dictadura llega a su fin es, como en la película, un continuo ir y venir
de intereses y manipulaciones a todos los niveles donde cualquier discusión se
arreglaba con un tiro en la cabeza y una sencilla discrepancia política era
motivo de persecución. Una época de maldad absoluta que supone una mancha para
unos poderosos cuyos ancestros cometieron tal o cual atrocidad que es mejor
enterrar, y un dolor perpetuo a los descendientes de las víctimas de esas
atrocidades. Y entre unos y otros, el círculo vicioso que supone la maldición
del odio es el que hace, por años que pasen, mirar con amargura a la dictadura
y la Guerra Civil cuando España era asesina de si misma. Porque, como le pasa
al pobre Rogelio, la redención es imposible en un país dominado por la
negación. Por un odio ciego dispuesto a todo por que los oprimidos sigan
durmiendo el sueño de los olvidados.
Nº De Serie: NC/TCM/00743. Escrito Por: The Cineman.
Publicado El: Miércoles, 6 de diciembre de 2017.
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