ENTENDER LOS CÓDIGOS
Cada película está diseñada
(suele estarlo) con una serie de códigos que son distintos para cada
producción, pero que ahí están para marcar las pautas y para que el espectador,
a base de lenguaje no verbal, capte lo que su mente racional a lo mejor no
capta con la misma facilidad. Habida cuenta de que el 80% del lenguaje es
precisamente no verbal, gestos y detalles, frases que se repiten un par de
veces o hasta un encogimiento de hombros se sirven de una manera muy sutil para
ofrecer una idiosincrasia que le dé a la película una identidad que la distinga
del resto. A tal efecto, Wonderstruck: El Museo de las Maravillas [Todd Haynes,
2017] ofrece una particular riqueza digna de ser analizada, como que en la
película haya dos historias ambientadas en épocas distintas y que la segunda,
situada en 1927, sea muda y que esté en blanco y negro. Dos detalles que rinden
homenaje a los comienzos del cine, justo en el año en que El Cantor de Jazz
[Alan Crosland, 1927] se convertía en la primera película sonora. O que, de
manera subrepticia, la historia de 1977 sirva para que un niño fugado de casa
se encuentre con otro niño cuyo padre trabaje en un museo, lo que permite que
ambos sepan (y de paso el espectador) cómo o de donde aparece la idea moderna
de crear un museo, aún cuando tal cosa es mucho más antigua de lo que pueda
parecer. Más allá de la trama principal, los detalles secundarios o incluso
terciarios, incluidos y/o colados de modos sutiles, casi imperceptiblemente,
son los que sirven de apuntalar esa trama, proporcionando contenido y temas de
conversación que comentar o debatir. Y dado que la naturaleza humana explora y
cuestiona la realidad entorno a ella, el cine se convierte en una réplica de
esa misma naturaleza. Sobretodo buscando una serie de códigos con los que
entender mejor el mundo.
Nº De Serie: NC/TCM/00780. Escrito Por: The Cineman.
Publicado El: Viernes, 12 de enero de 2018.
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