UNA RARA SENSACIÓN
Cuando se ve una peli antigua,
hay una noción básica sobre ella que, de tan habitual, casi pasa desapercibida,
que es la de estar mirando a unas personas que, de cuando se rodó dicho film al
momento en el que se está viéndolo, o bien su reparto se han convertido en
gente de cierta edad o muy ancianos, o que directamente ya han fallecido debido
a tanto tiempo transcurrido. Una rara sensación que trastoca los sentidos y la
propia percepción de realidad, en la consciencia de estar viendo a gente que ya
no existe pero que aún así sigue existiendo, casi como un eco en el tiempo o
como los llamados “restos psíquicos” (fantasmas que se aparecen a los vivos
repitiendo actos y gestos que hicieron en vida, sin interactuar con ellos,
inconscientes de su entorno y situación). Más allá de las emociones asociadas a
cada película y del trabajo que esto supuso para los participantes en ella, el
cine se ha convertido en un gigantesco resto psíquico, en una memoria parcial
que salvaguarda una leve parte de la esencia de una persona. Porque cuando esa
persona ya no esté en vida para expresar sus opiniones o sus ideas personales,
sí quedará plasmado a 24 fotogramas por segundo parte de lo que hizo mientras
vivió, permitiendo al resto asombrarnos e inspirarnos gracias a sus
interpretaciones y a su pasión por la vida y por actuar para un público
entregado. Nombres para la historia que se quedan aún cuando ellos se van a
otro lugar, dejando todo tras de si, incluido una sensación extraña, difícil de
expresar con palabras, de saber que ya no están entre nosotros, generando ese
mismo vacío que sentían Tucker y Specks al entrar en casa de su amiga y jefa
Elise y saber que ella ya no estaba allí. Un sentimiento de tristeza, cariño y
afecto entremezclados, que Tucker supo captar en toda su extensión con ocho
palabras y una cierta melancolía e sus ojos: «La versión viviente de alguien
siempre es mejor».
Nº De Serie: NC/TCM/00483. Escrito Por: The Cineman.
Publicado El: Martes, 11 de abril de 2017.
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