EL ARTE PERDIDO DE LA OSCURIDAD
Es de ley que, conforme avance
el mundo y éste se modernice, que algunos oficios y secretos se olviden y que
otros pasen a la memoria colectiva. Entre los primeros se encuentra una técnica
imposible de reproducir a pesar de los avances que el cine ha experimentado con
los años, que es el que se podría llamar como Ars Tenebrae, o “el arte de la
oscuridad”. Una habilidad que se sirve para crear ambientes opresivos, para
evocar pasajes y reproducir unas atmósferas perturbadores, el Ars Tenebrae fue
el principal recurso del cine negro durante los años 30, 40 y 50, gracias al
cual las películas adquirían una cierta pátina de obra de arte moderno: mujeres
fatales de intenciones poco claras, mafiosos dispuestos a liquidar a la
competencia y policías obcecados por el cumplimiento de la ley son las cartas
de presentación al que el color le arrebató todo su poder, especialmente en los
floridos hippies años 60 y más en los transgresores 70, devaluando un género
hasta hacerlo desaparecer tal y como se conocía por entonces. Porque si bien el
cine negro sobrevivió a los 60 y 70, no lo hizo del mismo modo que antes, y los
nuevos directores que ya hacían cine negro en color habían perdido la habilidad
de usar la oscuridad a modo de inspiración para subyugar al espectador. La Fugitiva
[Norman Foster, 1950], El Guantelete Verde [Rudolph Maté, 1952] y, por encima
de estas dos, Agente Especial [Joseph H. Lewis, 1955], son tres buenos casos
(entre muchos otros que rondan por ahí) de como usar la luz y la oscuridad con
el ingenio y la fuerza necesarios para convertirla en un personaje más de la
película. Un personaje siniestro y tétrico que nunca cambia pero que al mismo
tiempo se encuentra en permanente cambio, siendo una parte esencial de la trama
y de sus personajes, enfrentados constantemente contra sus demonios personales.
Un arte perdido, ya que por desgracia el color le arrebató todo su poder.
Nº De Serie: NC/TCM/00409. Escrito Por: The Cineman.
Publicado El: Martes, 31 de enero de 2017.
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