LA BUENA VIDA
Coches de alta gama. Mansiones
de cientos de metros cuadrados con jardines enormes. Jets privados. Pases a las
mejores fiestas. Amigos en los círculos del poder. Y una cuenta corriente con
muchos ceros en el banco. Esas son, así a lo pronto, las señas de identidad de
lo que muchos catalogarían con facilidad como ‘la buena vida’. Al margen de
estar casado con un/una hombre/mujer de cuerpo escultural que dé amor infinito
(y quizá algún que otro hijo por el medio), la vida de los ricos y famosos se
asocia a un ideal que muchos desean y pocos alcanzan. El problema, obviamente,
está en quien piensa que ese es un motivo para matar. Tantos en la pequeña como
en la gran pantalla (citar una sola es harto difícil), la supuesta buena vida
ha sido objeto de burla, de comedia y hasta de algunas muy negras miradas para
mostrar que cuanto más grande el lujo y la riqueza, mayor puede ser la miseria
que la acompañe. De líos fiscales a evasión de impuestos, de robos de identidad
hasta envidias que acaban en asesinatos y amantes celosas dispuestas a destruir
a una familia en pos de una insana obsesión, ni siquiera los millonarios en sus
limusinas están libres del delito y la corrupción. O peor, de ser unos
desalmados sin corazón a los que la vida humana y los demás importa poco o
nada. En una sociedad que idealiza la imagen de la riqueza material y
financieras como símbolo de éxito y de fortuna, ésta no logra entender que de
pronto uno desfalque millones y se marche a un país extranjero, o que se
suicide fruto de adicciones a drogas y otros fármacos, o que acabe con su
propia familia, como el mero hecho de tener mucho fuese garantía de una
perpetua estabilidad mental y emocional. Nada más lejos de una realidad más
amarga de lo que la mayoría de la gente conoce, y que muchos miran con ojos
entre recelosos y envidiosos. Porque el problema de la buena vida es quien lo
ve un buen motivo para matar.
Nº De Serie: NC/TCM/00427. Escrito Por: The Cineman.
Publicado El: Jueves, 16 de febrero de 2017.
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