PELÍCULAS-CHEQUE Y FACTURAS
Durante algunos años, el que
fuese uno de los mejores actores y más british de su generación como es Michael
Caine atravesó un momento de penurias en el que su estrella, algo decaída, le
hizo aceptar papeles que a veces rozaban lo absurdo delirante. Y eso es
precisamente lo que justifica su presencia en una aberrante producción de serie
B (limítrofe en la Z), de nombre Tiburón: La Venganza [Joseph Sargent, 1987],
cuarta y última entrega de la saga pero sin el menor atisbo de la maestría de
la primera parte que dirigió Spielberg en 1975. Y, reconociendo él mismo tiempo
después que si apareció en dicho film fue únicamente por el cheque que le daban
porque eso le permitía pagar alguna factura pendiente, Caine no es el único
caso (de hecho dista mucho de serlo) en gente que, ante el ocaso de su estrella
como actor, acaba perdida en películas entre decentes y esperpénticas porque
las facturas se acumulan. Y dos ejemplos muy claros de eso se encuentran,
paradójicamente, dentro de una misma saga de películas y en sus dos
protagonistas principales: Soldado Universal, Dolph Lundgren y Jean-Claude Van
Damme. Si bien en la primera parte rodada en 1992 por Roland Emmerich estaban
en la cima de su carrera y la propia película fue un taquillazo, su cuarta
parte, veinte años después, es el ejemplo de una película-cheque elevada a su
máxima expresión, con sus protagonistas destruidos por malas operaciones de
cirugía estética y calidad inexistente de la película. Tal vez sea, con
diferencia, el caso más evidente de caída a los infiernos de lo mugriento desde
la altura de una gloria pasada, similar a otros como Mickey Rourke, antaño sex-symbol y posteriormente un horror-symbol por derecho propio. Y es que el cine
de serie B donde pululan las antiguas estrellas de cine A está para lo que
está: pagar facturas. Porque hasta las ex superestrellas de Hollywood también
tienen deudas que cubrir.
Nº De Serie: NC/TCM/00490. Escrito Por: The Cineman.
Publicado El: Martes, 18 de abril de 2017.
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