TENTÁCULOS SIN VENTOSAS
Algo que el ciudadano de a pie
ignora pero que el cine intenta inculcarle y enseñarle una y otra vez,
sobretodo en las películas policíacas y de intriga, es la asombrosa y hasta
amenazante capacidad de los más importantes señores del crimen, famosos y
narcotraficantes del más alto nivel para localizar a esa persona que desean
atrapar, se encuentre donde se encuentre (por ejemplo, en Casino, de Scorsese
[Martin Scorsese, 1995]). Desde soplones que pululan por la calle hasta hackers
informáticos o policías corruptos previo pago de su importe, el crimen
organizado es una red de información que nada tiene que envidiarle a la CIA, el
Mossad o la Stasi de la antigua Alemania del Este. Sus recursos y logística
permiten, mal que pese, averiguar de una persona todo lo que desean con la
misma facilidad con que se puede pelar una naranja. Unos tentáculos invisibles
y sin ventosas que se extienden por los bajos fondos pero que se llegan a
cualquier estrato de la sociedad, sin importar lo poderosas e intocables que
estas clases altas parezcan ser. De cuentas de bancos hasta el nombre de
nuestros seres más queridos e incluso la capacidad económica de cada ciudadano
que pudiera servir a su misión, los bajos fondos son como una marea negra que,
como las del petróleo en el mar, impregnan e infectan todo cuanto tocan,
trepando de abajo arriba en su discreción al margen de la ley, corrompiendo y
asesinando a cuantos se interponen en su camino. Un riesgo no calculado del que
la mayoría de la población vive en total ignorancia sin saber lo expuestos y
vulnerables que en realidad están, en la falsa creencia que esa clase de
sucesos solo les pasa a los demás. Una felicidad surgida del desconocimiento
que solo se rompe cuando en efecto algo pasa (visto en mil y un películas y
series), que demuestren que pocas cosas más peligrosas que unos tentáculos que
no necesitan de ventosas para ser letales.
Nº De Serie: NC/TCM/00451. Escrito Por: The Cineman.
Publicado El: Sábado, 11 de marzo de 2017.
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