DONDE NUNCA PASA NADA
Pequeños y acogedores, donde
todo el mundo se conoce, lejos del frenético ritmo de vida de la ciudad, con
una casita preciosa con jardín...pocas cosas más bucólicas para la mente de un
espectador corriente que un pueblecito de esos donde nunca pasa nada, idóneos
para vivir y criar a una familia junto a la persona amada. Y es que el encanto
de los pequeños pueblos atrae a todo tipo de gente y no tan gente, algo de lo
que obviamente el cine ha dado muy buena fe de ello. La lista es desde luego
variopinta: alienígenas que replican a los seres humanos al dormir en La
Invasión de los Ladrones de Cuerpos [Don Siegel, 1956], otros que solo los
poseen y se convierten en aquadictos en The Faculty [Robert Rodriguez, 1997],
demonios que abren su pequeño negocio en La Tienda [Fraser C. Heston, 1993],
niños que inician su propia versión de la Biblia en Los Chicos del Maiz [Fritz
Kiersch, 1984] (y secuelas), y hasta algún que otro bicho con ganas de bronca
en Temblores [Ron Underwood, 1990] (y secuelas también). A fin de cuentas, es
uno de esos placeres culpables para un guionista crear un pequeño pueblo solo
para poner patas arriba la vida de sus vecinos, ya se trate de visitas algo
excéntricas tipo Las Brujas de Eastwick [George Miller, 1987] y otras algo más
fantasmagóricas al estilo de La Niebla [John Carpenter, 1980]. Y, por supuesto,
qué sería de un pueblo sin tener sus encantadoras mascotas, desde perro como el
de Cujo [Lewis Teague, 1983] a sus inofensivas aves como en Los Pájaros [Alfred
Hitchcock, 1963] y, como no, unos niños tiernos y amorosos al igual que en El
Pueblo de los Malditos [Wolf Rilla, 1960], y en el remake de Carpenter de 1995.
Y de ese modo, la vida de los pueblos transcurre tranquila y sin emociones
fuertes, a pesar de visitas como la de unas pequeñas larvas en Slither (La
Plaga) [James Gunn, 2006]. A fin de cuentas, ¿quién no querría vivir en un
sitio donde nunca pasa nada?
Nº De Serie: NC/TCM/00471. Escrito Por: The Cineman.
Publicado El: Jueves, 30 de marzo de 2017.
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