EL HÉROE Y LA MUERTE
Si el héroe se caracteriza por
tener alguna estrecha relación, sin duda esa es con la muerte. No tanto por
matar a sus enemigos y enviárselos a la segadora de sudario y calavera, si no
por haber muerto y haber resucitado, o haberse adentrado en sus terrenos lo
justo para volver de ella renovado o con alguna clase de conocimiento
preternatural. Un vínculo al que ya se hace referencia en el poema épico La
Epopeya de Gilgamesh [±2500-2000
a .C.], cuando éste se va al Más Allá a buscar a su
amigo, Enkidu, al que los dioses mataron en su juventud para aleccionar a
Gilgamesh por su mala conducta. Desde entonces y a través de épocas
posteriores, raro o inusual es el héroe que, de una forma u otra, no se vea
tocado por la muerte pero no como recolectora de almas, si no como una
transformación que permite al héroe trascender a si mismo y sus limitaciones
para alcanzar un destino glorioso. Es parte intrínseca, dentro de la grandeza
del héroe, morir para volver, morir para ser tocado por la luz del Más Allá y,
en su heroicidad, regresar para cumplir su cometido e impartir un mensaje que
cambie las vidas de la gente. Conan el Bárbaro murió atado a un árbol y
resucitó después. Harry Potter murió a manos de Voldemort, y luego regresó de
la muerte. Gandalf murió, y volvió renovado de vigor y grandeza. Como si de una
crisálida se tratase, la muerte envuelve a la persona como un manto de luz (que
no de negrura) y la destruye para convertirla en un héroe capaz de unir las
deslavazadas partes de su ser en un todo perfecto. Algo que el cine exhibe por
sistema cada vez que tiene ocasión, repitiendo lo mismo una y otra vez para
transmitir un mismo mensaje, quizá sin ser consciente de él: que la muerte no
es oscura y tétrica si no fuente de sabiduría y de algo misterioso que cambia a
la gente. Y, sobretodo, al héroe que debe trascender a si mismo y sus
limitaciones para alcanzar un destino glorioso.
Nº De Serie: NC/TCM/00447. Escrito Por: The Cineman.
Publicado El: Martes, 7 de marzo de 2017.
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