LOS CLÁSICOS REVOLUCIONARIOS
Es fácil, muy fácil (a veces,
extremadamente fácil) poner a algo la etiqueta de clásico y quedarse tan
campante, siendo algo que es fácil que se salga de los límites del cine para
irse a los de la literatura, pintura, escultura, etc...Y lo que son las cosas,
también es muy fácil olvidar que lo que una generación llama clásico, varios años
y quizá un par de generaciones atrás era tildado de revolucionario o
antisistema, o incluso subversivo para la sociedad, como por ejemplo los
movimientos de cadera de Elvis Presley, allá por los inicios de su carrera.
Desde Miles Davis y su aportación al jazz pasando por Stanley Kubrick y su
aportación a la ciencia ficción con 2001: Una Odisea del Espacio [1968], y así
con otras cosas como Francisco de Goya y su Maja Desnuda [1790-1800], al
retratar el cuerpo desnudo de una mujer al natural con pelo púbico incluido,
algo prohibido o nunca hecho hasta entonces. Ahí es donde reside la paradoja de
lo clásico a lo revolucionario: en romper con lo establecido para ampliar las
miras y ofrecer algo que no existía antes. Y en el cine no faltan casos de
películas que, en concepto de revolucionarias, sentaron el precedente para
convertirse en institución. Desde Orson Welles y su Ciudadano Kane en 1941
hasta el Sospechosos Habituales de Bryan Singer en 1995, pasando por un muy
largo etcétera como Alfred Hitchcock y Los Pájaros en 1963, todo ello que en un
momento dado es norma y {salvando distancias} “dogma de fe”, el tiempo lo fue
transformando en el inconsciente colectivo, moldeándolo a fin de que la
humanidad se percatase de tal importancia y ya no fuese capaz entender su
sociedad y su mundo personal sin la
importancia y legado de dicha obra. Es por eso que en realidad, cuando se dice
a algo clásico, en el fondo solo se está admitiendo el valor de algo que
realmente sirve para mejorar a la raza humana. Porque no se puede ser clásico
sin haber sido revolucionario.
Nº De Serie: NC/TCM/00456. Escrito Por: The Cineman.
Publicado El: Jueves, 16 de marzo de 2017.
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