Vista En: Youtube, sábado 9 de septiembre de 2017.
Título Original: Beat.
Director: Or Bar-El.
Guión: Or Bar-El. Género: Animación.
Música: Joni Bar-Ilan y Dror Goldstein. Dirección Artística: Or Bar-El.
Productora: Bezalel Academy of Arts and Design.
Presupuesto: ±1.200 € (±1.600 $).
País: Israel. Año: 2011. Duración: 8 minutos. Color y B/N.
Voces Originales:
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Personajes:
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[Inexistente]
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(Para ver su ficha completa en IMDb, pinchar aquí)
Argumento: El ritmo de un edificio entero de oficinas
está marcado por el monótono ruido de las agujas de un reloj y el sonido
repetitivo del ruido de sus trabajadores haciendo su labor. Pero uno de ellos
se encuentra de pronto ante serias dificultades para cumplir adecuadamente con
su labor, cuando el ritmo de su propio corazón se opone al del reloj de su
despacho.
Crítica: Tesis audiovisual del estudiante de la
universidad israelí de Bezalel Academy of Arts and Design, quien crea un muy
fascinante trabajo acerca del mecanicismo laboral menos en el concepto y más en
la manera de mostrarlo, gracias a unos personajes que hacen pensar en su diseño
como al formato de sus ocho minutos de duración, sirviendo para crear una
atmósfera de rutina y más rutina sin aliciente alguno (el estilo visual para la
narración, casi como diapositivas salteadas en lugar de una acción más fluida,
algo que recuerda y evoca a El Muelle [Chris Marker, 1962]; la composición del
oficinista y de todo su entorno: una serie de cuadrados y más cuadrados
combinados de manera tal que a pesar de la total ausencia de otros detalles, su
mini-historia queda magistralmente enmarcada; las breves apariciones del
corazón del oficinista, un batería tocando a todo volumen en un mundo de
cuadrados descuadrados: Dror Goldstein, encargado de dar sonido a esa batería,
lo hace de maravilla). Haciendo honor a su nombre original, Beat {“latido” o
“ritmo” en su inglés original} es casi un cortometraje-denuncia no tanto sobre
el trabajo como de la vida malgastada en él sin que la gente perciba ese
malgasto como tal, con ciertos matices adicionales tan discretos que casi pasan
desapercibidos (las ocasionales panorámicas del resto de oficinas del edificio,
con todos haciendo lo mismo robóticamente: ¿lectura subliminal del sometimiento
de las masas y la pérdida de la identidad?; el intento denodado, por parte del
oficinista, de cumplir su labor dibujando rectángulos, interrumpido por una
mano a la que le cuesta seguir la línea recta; la sorpresa del oficinista tras
caerle el boli de dibujar al suelo, como si fuese una novedad que nunca le
había pasado). Una reflexión y una propuesta nimia pero altamente talentosa,
capaz de conseguir que unos cuadrados estén muy vivos en su inanimada
inexpresividad.
La Puntilla: Solo el ser humano es tan cretino de coger lo
único que tiene en el mundo {tiempo} y desperdiciarlo en tareas que nada
aportan.
Mi
Valoración
★★★★★
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