“Criticaen25” es un punto de encuentro para todos los cinefilios, habitantes del séptimo planeta del sistema solar de las artes. Una propuesta amena y divertida a la par que abierta al debate y a la reflexión en la que, tan diariamente como sea posible, se irán comentando películas de todos los tiempos, con independencia de su género o fama. Un lugar en donde relajarse y disfrutar de un rato agradable en buena compañía.

Solo por la Ciudad

SOLO POR LA CIUDAD


 Robert Neville es un blanco de 48 años que se pasea solo por la ciudad de Los Ángeles. Robert Neville es un negro de 39 años que pasea solo por la ciudad de Nueva York. El de 48 años escucha llamadas de teléfono que no existen. El de 39 se obsesiona con que le hable un maniquí. Al de 48 le persiguen albinos mutantes. Al de 39, vampiros mutantes. Y tanto Charlton Heston en El Último Hombre Vivo [Boris Sagal, 1971] como Will Smith en su posterior remake Soy Leyenda [Francis Lawrence, 2007] se enfrentan ellos solos a una realidad que sobrecoge por sus auténticas implicaciones: saber que ser los últimos de su especie y que, cuando ellos mueran, su especie morirá con ellos. De todas las películas apocalípticas o post-apocalípticas rodadas a lo largo del cine, desde la saga de Mad Max pasando por La Carretera [John Hillcoat, 2009], la de 28 Días Después [Danny Boyle, 2002] y otras al estilo El Guerrero del Amanecer [Lance Hool, 1987] o la emblemática Terminator, ninguna de ellas ofrece una visión tan desalentadora como la imagen de un hombre caminando a lo largo y ancho de unas calles donde por no haber ya no quedan ni cadáveres de los que una vez poblaron sus avenidas y habitaron sus rascacielos. Ya sea aliens al estilo La Guerra de los Mundos [Byron Haskin, 1953/Steven Spielberg, 2005] o astronómicas como Deep Impact [Mimi Leder, 1997], literarias como En la Boca del Miedo [John Carpenter, 1993] o nucleares como en El Día Después [Nicholas Meyer, 1983], ni las olas gigantes, los meteoros estrellándose en la Tierra o los hongos atómicos ofrecen tamaño desafío a la mente como un gran espacio vacío y desierto de vida. Puesto que la mente humana está diseñada para buscar el bullicio y la multitud, para ocuparse en algo al margen de su importancia, no existe imagen que más desafía y rompe todos sus esquemas que el ver a un hombre paseando solo por una ciudad desierta.

 Nº De Serie: NC/TCM/00589. Escrito Por: The Cineman.
 Publicado El: Sábado, 15 de julio de 2017.

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