VIVIR SIENDO OTRO
Sin ser especialmente brillante,
ni tampoco lo mejor del cine de los años 90, Donnie Brasco [Mike Newell, 1997]
tenía un punto a su favor. O mejor dicho, dos, llamados Johnny Depp y Al
Pacino. Pero había un tercer punto, que era estar basada en uno de los casos
reales más conocidos (una vez se concluyó la investigación y todo quedó atado y
bien atado tras las debidas detenciones) de lo que supone vivir como infiltrado
en el mundo del crimen. La amistad de Joe Pistone (Depp) con Benjamin ‘Lefty’
Ruggiero (Pacino) y la forma en que el segundo introduce al primero dentro de su
círculo de mafiosos y sicarios es de una precisión que Pistone, disfrazado bajo
la identidad de Donnie Brasco, ve su lealtad puesta a prueba al encontrarse un
mundo en donde, pese a los asesinatos por encargo, de las drogas y de un dinero
manchado de sangre, el respeto entre ellos y su apoyo mutuo en todo momento
como si se tratase de un club de caballeros hace difícil cumplir con su
cometido. Una ficción que no es tal, y que consigue captar en toda su crudeza
lo que ocurre cuando, en lo que parece (sin serlo) una peligrosa variante del
Síndrome de Estocolmo, el agente de la ley se identifica y empaliza con el
delincuente al que se supone tiene que detener por sus delitos. Una situación
imposible solo superada por un desarrollado sentido de la responsabilidad, y un
recordatorio de que por más que se pueda demonizar a un delincuente, este no
deja de ser humano (una versión muy negativa de la humanidad, pero humanidad al
fin y al cabo) y de, hasta en la más criminal de las actitudes, tener algún
atisbo de luz que le hacen al hombre con placa dudar sobre si llegar hasta el
final con la misión encomendada. Una lucha del bien contra el mal no tanto a
nivel físico como mental, que padece (ficticia y realmente) el policía que vive
siendo otro. Ese que necesita de un muy desarrollado sentido de la
responsabilidad.
Nº De Serie: NC/TCM/00522. Escrito Por: The Cineman.
Publicado El: Martes, 16 de mayo de 2017.
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