MOORE, UNA AUREOLA Y UNA PISTOLA
Llevando la percha inglesa por
bandera a lo largo de vida su vida, lo de Roger Moore ha sido, es y será un
caso claro de distinción y elegancia mezclado (y agitado) con unas buenas dosis
de humor. Debutando a mediados de los años 40 y subiendo lento pero seguro
tanto en televisión como teatro, es a inicios de los 60 cuando entra en escena
un aventurero de nombre Simon Templar, que a lo largo de siete años y muchos
capítulos hizo de su actor un sex symbol para las féminas de aquel entonces
gracias a sus trajes caras y una pose que era angelical con aureola y todo.
Tras el breve paso de Los Persuasores [1971] al lado de otro grande como Tony
Curtis, dos años después el éxito vuelve a llamar a su puerta cuando, tras el
cansancio de Sean Connery y el despedido de manera fulminante George Lazenby
hereda la pistola Walter PPK de James Bond, aportando menos violencia que
Connery y más carisma que Lazenby, y no pocas dosis de comicidad para hacer de
toda esa mezcla un éxito tras otro a lo largo de los siguientes doce años.
Sabiendo alternarse con otras películas e incluso reírse de si mismo y de 007
como en Los Locos de Cannonball [Hal Needham, 1978] o la muy posterior Boat
Trip: Este Barco es un Peligro [Mort Nathan, 2002], la fama tanto de El Santo
[1962] como de Bond fueron todo lo que necesitó para gozar del respeto de la
industria y del cariño de sus fans, no necesitando más que su pose de pillo y
su ironía para elevar el listón en cada producción donde saliera sin excepción
alguna, como la ópera prima de Jean Claude Van Damme The Quest (En Busca de la
Ciudad Perdida) [1996]. Un actor único para una época única, el cáncer se lo
llevó a cinco meses de cumplir los 90 años, y dejando al mundo un poco más
huérfano sin ese toque que lo hacía tan entrañable. Lo suficiente para
ruborizar a San Pedro, a punto de darle una aureola, sin acordarse de que él ya
tenía la suya propia.
Nº De Serie: NC/TCM/00531. Escrito Por: The Cineman.
Publicado El: Miércoles, 24 de mayo de 2017.
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