“Criticaen25” es un punto de encuentro para todos los cinefilios, habitantes del séptimo planeta del sistema solar de las artes. Una propuesta amena y divertida a la par que abierta al debate y a la reflexión en la que, tan diariamente como sea posible, se irán comentando películas de todos los tiempos, con independencia de su género o fama. Un lugar en donde relajarse y disfrutar de un rato agradable en buena compañía.

Repulsivo e Inaceptable

REPULSIVO E INACEPTABLE


 ¿Qué pueden tener en común Shocker, 100000 Voltios de Terror [Wes Craven, 1988], con una producción como Pena de Muerte [Tim Robbins, 1995]?. ¿O La Séptima Profecía [Carl Schultz, 1988] con una tan dispar como La Milla Verde [Frank Darabont, 1999]?. Pues que en las cuatro, en cierto momento, aparece algo repulsivo e inaceptable y que es parte de la cultura de USA: la ejecución pública de un condenado a muerte. O dicho de otro modo, la congregación de un determinado número de personas que, por propia voluntad, asisten como espectadores para ver como uno de los suyos, debido a sus crímenes, muere ante sus ojos por inyección letal, cámara de gas o silla eléctrica. Una actitud rayando en lo monstruoso, en la que bien por la creencia de estar cumpliendo un deber cívico o bien por un simple y perturbado deseo de morbosidad, los congregados se reúnen para ver morir a otro. Una incomprensible y en cierto modo ególatra forma de pensar que evidencia la muy errónea noción de que es la muerte la que hace pagar la deuda contraída por el delincuente por sus delitos, cuando en verdad eso se paga con una vida de sufrimientos y pesares. Pero en realidad, debido a su naturaleza, la muerte es la gran liberadora. O en otras palabras, el perdón definitivo, que hace que al criminal ya no se le pueda pedir responsabilidad alguna por el daño que ha hecho. Y sin embargo, títulos como Causa Justa [Arne Glimcher, 1995], Condenada [Bruce Beresford, 1996] o la de Cámara Sellada [James Foley, 1996] exponen como una persona es ejecutada con toda su parsimonia, perpetuando de forma atroz la política del “ojo por ojo” como si eso fuese la gran panacea que cura todos los males. Porque si el criminal es apresado y está a buen recaudo, la pena de muerte es innecesaria. Porque la muerte no es una condena, si no darle el perdón total. Porque ver voluntariamente a alguien morir sí es repulsivo e inaceptable.

 Nº De Serie: NC/TCM/00594. Escrito Por: The Cineman.
 Publicado El: Martes, 18 de julio de 2017.

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