“Criticaen25” es un punto de encuentro para todos los cinefilios, habitantes del séptimo planeta del sistema solar de las artes. Una propuesta amena y divertida a la par que abierta al debate y a la reflexión en la que, tan diariamente como sea posible, se irán comentando películas de todos los tiempos, con independencia de su género o fama. Un lugar en donde relajarse y disfrutar de un rato agradable en buena compañía.

La Impunidad de Nuestros Respetables Corruptos

LA IMPUNIDAD DE LOS RESPETABLES CORRUPTOS


 Por encima de sus escenas de acción (que las tiene) e incluso de sus escenas de comedia (que también las tiene), la trama subyacente que esconde Arma Letal 2 [Richard Donner, 1989] gira en torno a un hombre cuya posición es de lo más privilegiada. Arjen Rudd, interpretado por ese genial malo malísimo de nombre Joss Ackland, es un diplomático de Sudáfrica que vive disfrutando del sueño americano en la embajada sudafricana de Los Angeles. Y como tal, su condición de diplomático le acredita de forma automática para estar por encima de la ley, inmune incluso a la más pequeña de las multas so pena de un conflicto internacional, lo que impide a Martin Riggs y Roger Murtaugh ir a por él para detenerle y procesarle por sus delitos (que no son pocos). Y esa es la tesitura en la que se encuentran los políticos de medio mundo sin importar si son personas realmente honorables o unos canallas que, como Arjen Rudd, abusan de su cargo de todas las formas posibles sin que la ley pueda llegar a él para ajusticiarle. Una situación que no deja de ser paradójica con lo que se supone es la principal virtud de la democracia (“la ley es igual para todos”), pero que en la práctica, y Arma Letal 2 entre otras solo matiza una realidad tan verídica como incómoda, se entiende que los gobernantes o bien tienen un tribunal aparte para ser juzgados o directamente ni siquiera pueden pasar por uno en caso de cometer una falta o un delito, quedándose todo el asunto en una disculpa pública como si el hecho de disculparse ya fuese suficiente y eso lo perdonase todo. Una falacia aberrante muy lejana de aquellos tiempos narrados en Excalibur [John Boorman, 1981], donde el rey Arturo aplicaba la ley incluso a si mismo, ya que aparte de rey era ciudadano de su propio reino y por tanto, ni siquiera él escapaba a sus doctrinas. Algo que, desde el siglo V d.C., ha cambiado drásticamente. Y si no, que se lo digan a Arjen Rudd.

 Nº De Serie: NC/TCM/00545. Escrito Por: The Cineman.
 Publicado El: Martes, 6 de junio de 2017.

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