FÁCIL MORIR, DIFÍCIL VIVIR
Si hubo una época en la que
matar era el pan de cada día, sobretodo para el enterrador, sin duda alguna esa
fue el Salvaje Oeste. Algo que el cine, desde los tiempos de John Wayne en
adelante, ha mostrado en todas sus facetas. De alocados duelos a pistola como
en Rápida y Mortal [Sam Raimi, 1995] hasta el famoso tiroteo en OK Corral
retratado tanto en La Pasión de los Fuertes [John Ford, 1946] como en Duelo de
Titanes [John Sturges, 1957] y Tombstone, La Leyenda de Wyatt Earp [George Pan
Cosmatos, 1993], el Wild West se ganó su apodo a base de pólvora, balas y
sangre. Incluso parodiado al extremo en Mil Maneras de Morder el Polvo [Seth
McFarlane, 2014], el Salvaje Oeste fue ante todo una época en la que la
tranquilidad era un concepto y donde bandidos y toda clase de maleantes
campaban a sus anchas revólver o escopeta en mano prestos a resolver a tiros
cualquier reyerta que se les presentase. Ya fuese en peleas de salón que en
emboscadas usando al pueblo como trinchera, incluso objeto de venganzas al
estilo de Infierno de Cobardes [Clint Eastwood, 1973] o metidos en búsquedas
eternas como Centauros del Desierto [Ford, 1956], la vida en aquel oeste de Estados
Unidos era ante todo una época donde lo fácil era morir y lo difícil era vivir,
donde el que no sabía empuñar un revólver no tenía garantizado llegar a viejo,
y donde las mujeres y los niños tenían cartas marcadas para el desprecio más
absoluto (ellas) o para una pronta tragedia (ellos). Metidos en pueblos
polvorientos y aislados del mundo, en condiciones muy duras para el cultivo, la
labranza o la cría de ganado, y sin más diversión que una feria o un baile en
el granero, el Salvaje Oeste tuvo desde siempre todas las cualidades y
atributos necesarios para crear peleas entre vecinos y puestos de sheriff
fácilmente vacantes, en la vorágine de una época donde el asesinato era el pan
de cada día. Y sobretodo para el enterrador.
Nº De Serie: NC/TCM/00582. Escrito Por: The Cineman.
Publicado El: Domingo, 9 de julio de 2017.
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