RECICLAJE ESCÉNICO
A la hora de hacer un remake,
una de las reglas básicas asociadas a ello es la de un cierto grado de rigor
respecto al argumento original. En otras palabras, que una buena parte de sus
escenas deberán ser las mismas o muy parecidas, sucediendo lo mismo con sus
frases y conversaciones. De copiarlo todo plano a plano, no sería un remake si
no un simple clon. Y de no copiar lo suficiente tampoco llegaría a ser remake,
si no una versión libre (o muy libre). Pero el verdadero problema reside en
cuando, al efectuar dicho reciclaje escénico, el resultado termina siendo no
bueno o malo, si no infinitamente más endeble y flojo que el original. O
directamente ridículo en su manera de copiarlo todo como si eso fuese la gran
panacea que la convertirá en un éxito como pasó la primera vez. Una oportunidad
que las más de las veces se ve desaprovechada y desperdiciada, y de la que El
Pueblo de los Malditos [John Carpenter, 1995], Psycho (Psicosis) [Gus Van Sant,
1998] o la de Wicker Man [Neil LaBute, 2006] pueden dar perfecto testimonio.
Remakes de El Pueblo de los Malditos [Rolf Vila, 1960], Psicosis [Alfred
Hitchcock, 1960] y El Hombre de Mimbre [Robin Hardy, 1973], las tres poseen el
defecto de copiar cuanto pueden, sin aportar novedades (o casi), en un
desesperado intento de salvar lo que es la crónica de una muerte anunciada.
Algo que también podría decirse de La Morada del Miedo [Andrew Douglas, 2005],
torpón remake de Terror en Amityville [Stuart Rosenberg, 2005] más preocupado
de los efectos especiales del que terror en si, que también recicla tanto como
puede, pero sin la fuerza de la primera a la hora de condensar e inspirar
terror. Porque eso es y no más lo que ofrecen todos los remakes habidos y por
haber: no ser conscientes de que la primera película obedecía a las necesidades
de una época y un momento concreto. Y que la segunda, simplemente, se dedican a
copiar sin aportar novedades.
Nº De Serie: NC/TCM/00530. Escrito Por: The Cineman.
Publicado El: Martes, 23 de mayo de 2017.
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