CONTEXTO: DEMASIADO GRAVE, DEMASIADO COMÚN
El peor error que cualquier
sociedad puede cometer es ver sin entender. O aún peor, juzgar una situación o
un hecho histórico pasado desde su posterior punto de vista, que evidentemente
no será el mismo que cuando ese “algo” ocurrió, porque sin ese contexto para
comprender el porqué pasó, se pierde la clave para entender ese hecho. Algo
que, circunscrito al cine, se traduce en unas generaciones que, cuando ven
películas del pasado, las evalúan y las juzgan comparándolas con las “actuales”
de su presente, pero olvidando el contexto y el momento concreto de cuando
dicha “peli vieja” fue hecha. Si ese es el caso, se corre el riesgo de devaluar
o arruinar lo que durante mucho tiempo fue alabado por todo el mundo, o en el
caso inverso, de que algo que en su día fue un enorme fracaso luego sea
reverenciado por todos. Una errata mental demasiado grave y demasiado común la
de reescribir el pasado según moralinas futuras, muy inquietantemente cercano
al oficio de Winston Smith (alterar la historia según las exigencias de su
tiránico gobierno) en la novela y posteriores adaptaciones de 1984 [Michael
Anderson, 1956/Michael Radford, 1984], que George Orwell escribió en 1949. A grandes rasgos, es
como si una persona que fuese al cine a ver El Capitán América: El Primer
Vengador [Joe Johnston, 2011] le da por ponerse a ver Ciudadano Kane [Orson
Welles, 1941] ese mismo día, y la valora usando los mismos criterios que a la
otra. O que se pongan a ver La Momia [Alex Kurtzman, 2017] y acto seguido Doce
Hombres sin Piedad [Sidney Lumet, 1957]. Y aún que fuesen del mismo género, es
tan sencillo como reconocer que la época no lo es, y que por tanto los medios y
la técnica tampoco lo era. De ahí la importancia de contextualizar tanto las
películas como la historia en si y los detalles secundarios en que todo pasó.
De no hacerlo, se comete un error demasiado grave, demasiado común.
Nº De Serie: NC/TCM/00557. Escrito Por: The Cineman.
Publicado El: Viernes, 16 de junio de 2017.
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