VÍCTIMAS DEL TIEMPO
Pocas cosas más maravillosas y
al mismo tiempo discretas que ver envejecer a un actor o una actriz ante la
pantalla. Ver su evolución actoral, ver como se transforma ante la cámara para
desplegar todo su potencial dramático o su vis cómica, empezando desde la
infancia para llegar a una espléndida vejez. El abanico de posibilidades es tan
amplio como cargado de emociones, ya sea alegría y respeto en carreras de lo
más longevas como la de Clint Eastwood, que tristeza por las carreras truncadas
en gente como Mickey Rourke y tantos otros cuya fama los hunde como si se
tratase de unos gigantescos zapatos de cemento. Puesto que todos somos víctimas
de ese demonio invisible llamado tiempo, al que nadie puede ver ni tocar y del
que solo podemos percibir sus efectos en como erosiona lo inerte y como
desgasta lo vivo, el cine ofrece la posibilidad de, a 24 fotogramas por
segundo, ver a una persona atravesar sus etapas vitales, y de identificarse en
las historias en las que se embarca, ya se trate de dramas románticos o de
intrigas policiales, a aventuras terroríficas y lejanos mundos
supertecnificados, marcando unos puntos fijos en el tiempo y en el espacio para
evocar épocas presentes, pasadas y futuras. Un regalo para sus admiradores (y
quizá también para sus detractores, ya que así pueden dar rienda suelta a su
lengua viperina) en forma de una colección de instantes y secuencias épicas que
pueden ser repetidas cuantas veces se desee, parando de ese modo el inevitable
tic-tac del reloj para revivir ese momento de magia en el que una frase o una
batalla transmite una emoción que arrebata el alma y la transporta a otros
mundos. Primero en celuloide y más tarde en digital, el arte del cine es una
mirada hacia al propio tiempo: al tiempo que se ha ido y no volverá, al que se
disfruta, al que aún está por llegar, y al que siempre se puede regresar
haciendo retroceder el inevitable tic-tac del reloj.
Nº De Serie: NC/TCM/00195. Escrito Por: The Cineman.
Publicado El: Martes, 27 de septiembre de 2016.
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