“Criticaen25” es un punto de encuentro para todos los cinefilios, habitantes del séptimo planeta del sistema solar de las artes. Una propuesta amena y divertida a la par que abierta al debate y a la reflexión en la que, tan diariamente como sea posible, se irán comentando películas de todos los tiempos, con independencia de su género o fama. Un lugar en donde relajarse y disfrutar de un rato agradable en buena compañía.

¿Qué son 1000 Abogados en el Fondo del Mar?

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 “Un buen comienzo”. Este chiste, famoso en el país de las barras y estrellas (especialmente en círculos legalistas), o más exactamente su respuesta, es lo que toda película debe tener para mantener a los espectadores hasta el final de su metraje. Si se trata de terror, una muerte espantosa o una criatura que ejecuta a alguien de una forma espantosa (como en It Follows [David Robert Mitchell, 2014]). Si es ciencia ficción, nada como una batalla espacial o una destrucción de un planeta (igual que Titán A.E. [Don Bluth y Gary Goldman, 2000]). Y en caso de thriller, nada como un interrogatorio o una huida que no sale como se esperaba (mismamente, Argo [Ben Affleck, 2012]). Si el inicio es lo bastante bueno, si deja con la miel en los labios a la espera de algo mejor, es cuando la película consigue enganchar para seguir viéndola hasta su clímax final, aunque obviamente eso obliga a que el suspense se mantenga de modo que exista una permanente curiosidad por saber qué ocurrirá y adónde va su argumento. Principios gloriosos los hay de todas clases, para todos los gustos y en todos los géneros, desde un extraño deseo de testamento en Los Puentes de Madison [Clint Eastwood, 1995] y la persecución del destructor imperial al carguero de la princesa Leía en Star Wars, Episodio IV: Una Nueva Esperanza [George Lucas, 1977] hasta el combate a espada en un aparcamiento de Los Inmortales [Russell Mulcahy, 1986] y una simple llamada de móvil en Resacón en Las Vegas [Todd Phillips, 2009]. Al igual que un libro, cada película debe captar la atención del lector/espectador de modo que le haga continuar, que ese primer caramelo en la boca deje un regusto dulzón que lleve a la tarta de chocolate. Y pocos caramelitos tan adictivos como el monolito de 2001: Una Odisea del Espacio [Stanley Kubrick, 1968]. Un simple peñasco negro. No hizo falta más para dejar con la miel en los labios a la espera de algo mejor.

 Nº De Serie: NC/TCM/00175. Escrito Por: The Cineman.
 Publicado El: Viernes, 9 de septiembre de 2016.

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