PERSPECTIVA DOBLE
A veces puede pasar durante el
sueño que, de pronto, adquirimos la extraña capacidad de ver ese sueño desde
dos perspectivas distintas, como si en una película fuésemos a la vez el
protagonista y el espectador de la misma. Una curiosa vivencia que el cine ha
replicado a su manera, rodando secuencias de forma que los actores se dirigen a
cámara como si ésta fuese el personaje de turno, en un intento por fusionar
ambos. Y como el movimiento se demuestra andando, un ejemplo de ‘cámara subjetiva’ (como se llama a ese enfoque) se ve en Matrix [Larry y Andy Wachowski, 1999] cuando Morfeo, hablando con Neo (en realidad con el espectador) le dice: «Bienvenido al mundo real». Un segundo caso, esté mucho más trepidante,
se encuentra en algunas películas de Bruce Lee, como Furia Oriental [Lo Wei,
1972] y Operación Dragón [Robert Clouse, 1973], en que Bruce Lee parece que le
pega a la cámara como si los espectadores estuviesen luchando contra el hombre
dragón. Y otro momento de cámara subjetiva, mucho más insidioso, es en El
Silencio de los Corderos [Jonathan Demme, 1991], cuando Clarice es acosada en
la oscuridad, en una intentona de hacer cómplice al espectador. Y es que este
es el motivo de tal jugada: la de implicar a quienes ven la película, que
formen parte de ella y se queden enganchados a su historia con el propósito de
llegar hasta su final. Bien sea haciendo viajes psicodélicos (2001: Una Odisea
del Espacio [Stanley Kubrick, 1968]) que perdiéndose de manera angustiosa en el
abismo del negro espacio (Gravity [Alfonso Cuarón, 2013]), o cambiando al
espectador por un ser artificial (Terminator [James Cameron, 1984] y Robocop
[Paul Verhoeven, 1987]), la cámara subjetiva ayuda a meterse en la historia de
primera mano. Una especie de doble perspectiva que permite disfrutar la
película desde un punto de vista más directo. Y más que para verla, para
vivirla.
Nº De Serie: NC/TCM/00189. Escrito Por: The Cineman.
Publicado El: Miércoles, 21 de septiembre de 2016.
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