BARBA: UNA CUESTIÓN PELIAGUDA
Un médico de Chicago acusado de
matar a su mujer debe huir de la policía, que le busca tras un accidente que le
permitió huir del autobús que le llevaba a prisión, para dar con el verdadero
asesino. Un negociador de la policía de Los Ángeles, tras un caso fallido con
resultado de muerte, se va a un pequeño pueblo donde le obligarán a ser
negociador. Y un camionero busca decirle a una chica que la quiere. Y tanto en
El Fugitivo [Andrew Davis, 1993], como en Hostage [Florent Emilio Siri, 2005] y
como en Rumbos [Manuela Burló Moreno, 2016], los tres coinciden en algo: que
tienen barba. O más bien la tenían, ya que la pierden al principio de cada una
de ellas, simbolizando así el cambio interior que efectúa su personaje. La
barba es, como tantas otras cosas, un recurso muy habitual en el cine usado de
muchas maneras, desde la ya citada a otra de más importancia: los actores
cómicos que, a la hora de hacer algún drama, se dejan una tupida capa capilar
para romper con su imagen habitual y que de esa modo el público pueda verlos de
otra manera. Y no faltan casos al respecto precisamente: Jim Carrey se dejó la
barba para ¡Olvídate de Mí! [Michel Gondry, 2004], lo mismo que Steve Carell
para Pequeña Miss Sunshine [Valerie Paris, 2006] y que Robin Williams para dar
vida al Dr. Sean Maguire en El Indomable Will Hunting [Gus Van Sant, 1997], por
el que ganó el Óscar al Mejor Secundario. He ahí el secreto de la barba: es un
prisma que, en sus posibilidades, altera las coordenadas de una peli para, como
se diría antes, “cambiarle el chip”. De las alocadas como la de Viggo Mortensen
en Captain Fantastic [Matt Ross, 2016] a las serias como la de Tom Cruise en El
Último Samurái [Edward Zwick, 2004], la barba no es solo una cuestión de
dejarse crecer el pelo en la mandíbula. Es una cuestión de crecer como actor
ante la cámara. Precisamente para que el público pueda verlos de otra manera.
Nº De Serie: NC/TCM/00127. Escrito Por: The Cineman.
Publicado El: Sábado, 30 de julio de 2016.
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