UN FASCINANTE LAICISMO
Al igual que algunos profetas
como Nostradamus, a veces el cine, dentro de su imaginativa ficción, logra
anticiparse a la realidad como si tuviera el poder de ver el futuro. Y entre
esos ejemplos, tal vez no hay otro más interesante a nivel espiritual y religioso
que el de Dulce Evocación [A. Edward Sutherland, 1940]. Décadas antes de que
Raymond Moody publicase su libro Vida más Allá de la Vida [1975], esta pequeña
comedia con tintes sobrenaturales consiguió dar en el blanco sin pretenderlo:
al igual que lo descrito en el libro de Moody, cuando el espíritu Allan
Chadwick (C. Aubrey Smith) es llamado al Más Allá no aparecen ángeles ni seres
celestiales, si no su propio hijo, fallecido en una guerra varios años atrás. Y
cuando el fantasma George Melton (Harrey Carey) es llamado a irse y en vez de
la redención se gana la condenación, el infierno que aparece no es un lugar de
demonios, llamas y gente ardiendo en océanos de lava, si no un lugar de
oscuridad total, hacia donde él camina perdiéndose en la lejanía hasta
desaparecer en ella. Pero es el tercer caso el que se lleva la palma: cuando el
fantasma Michael O’Brien (Charles Winninger) le llega su momento de irse, no
solo aparece una gran luz si no una voz tronante. Nunca se la identifica como
Dios ni otra deidad religiosa, pero resuena poderosa y a la vez amable,
pidiendo a O’Brien ocupar su lugar. Y cuando éste reniega de ello por el más
puro altruismo de ayudar a sus amigos Jimmy Houston y Jean Lawrence (Richard Carlson y Jean
Parker) para que revivan su amor, llegando al punto de pedir a la voz que le
devuelva la vida a él tras sufrir un accidente fatal, es el amor de la madre de
O’Brien lo que permite que, con todo en su lugar, él se gane su puesto en el
Más Allá. Lo asombroso es que todo ello fue recogido por Moody en gente que
tuvo una Experiencia Cercana a la Muerte. Cosas del cine, cuando se anticipa a
la realidad en plan Nostradamus.
Nº De Serie: NC/TCM/00690. Escrito Por: The Cineman.
Publicado El: Sábado, 14 de octubre de 2017.
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