UNA CHARLA CONSIGO MISMO
No existe película de terror, fantástica, intriga, conspiración,
periodística, o todo ello a la vez, donde no aparezca la proverbial figura del
maestro o del que sabe lo que nadie más sabe, y cuyo papel es el de instruir al
protagonista a descubrir una nueva realidad que desconocía. Pero de todos los
maestros e instructores que ayuden al héroe de turno, tal vez ninguno sea tan
fascinante como el que aparece en Mothman, la Última Profecía [Mark Pellington,
2002]: cuando al periodista John Klein, tras la muerte de su mujer poco después
de un accidente de coche, de repente una noche aparece en un lugar donde no
debería estar y descubre que en ese pueblo suceden cosas extrañas, por azar
descubre que un hombre llamado Alexander Leek podría tener la clave de lo que
sucede en Point Pleasant, y obviamente acude a verlo para hablar con él. Y en
principio, no tiene ciencia el asunto: un hombre curioso aunque ingenuo en su
inexperiencia (Klein), charlando con otro nada curioso y poco inocente en su
amarga vivencia (Leek). Pero las escenas que comparten Richard Gere y Alan
Bates poseen un matiz excepcional: ambos personajes están basados en la misma
persona de carne y hueso, John Keel, que en la vida real cubrió los sucesos que
ocurrieron en Point Pleasant entre 1966 y 1967, y que en efecto culminaron
(como en la película) con el derrumbamiento de un puente. Por tanto, cuando
Klein está hablando con Leek, en realidad lo que ocurre es una charla consigo
mismo: el yo joven en busca de respuestas y de saber qué está pasando contra su
yo futuro que tras pasar años ha por dicha experiencia y de ver arruinada su
vida tuvo que dejar todo aquello atrás para no enloquecer. Dos facetas
ficticias de un hombre real, que paradójicamente hizo de él un desahuciado
social y laboral. Es lo que sucede si la ingenuidad de Klein no se deja a
tiempo: que acaba derivando en la ruina y la amargura de Leek.
Nº De Serie: NC/TCM/00672. Escrito Por: The Cineman.
Publicado El: Martes, 26 de septiembre de 2017.
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