UNAS FOTOS DE ACOJONARSE
Una marca de nacimiento infame.
Perros negros que aparecen de la nada. Y una serie de gente muriendo de formas
espantosas. Todo eso es lo que define a una de las obras maestras del terror,
llamada La Profecía [Richard Donner, 1976]. Pero por encima de lo mencionado,
hay algo mucho más terrible en su entramado y que queda eclipsado por la fuerza
del resto de componentes: las fotografías que Keith Jennings (soberbio David
Warner) hace a lo largo de la película. No tanto por lo que en ellas se ve como
lo que se intuye. Desde una figura de una soga con la que una niñera se acaba
arrojando del tejado para ahorcarse, a una extraña línea recta atravesando al
Padre Brennan que luego resulta ser un pararrayos que, alcanzado por uno
durante una tormenta, cae sobre él para matarle, y terminando con él mismo
marcado en una foto que él mismo saca y donde se aventura que tarde o temprano
será decapitado, el uso de dichas fotografías no solo afianza la presencia de
un mal perverso, del todo infernal, que planea con antelación cada movimiento,
si no que deja a la intuición la existencia de una realidad intangible y
paralela a la física, en la que una serie de entidades invisibles al ojo humano
viven inadvertidos a unos desprevenidos mortales. Una baza, jugada
magistralmente muchos años después en Insidious [James Wan, 2010] y que ha
tenido otros usos un tanto menores en El Sexto Sentido [M. Night Shyamalan,
1999] (y en otras al estilo Shutter: El Fotógrafo [Banjong Pisanthanakun y
Parkpoom Wongpoom, 2004] y su posterior e inevitable remake made in USA
Retratos del Más Allá [Masayuki Ochiai, 2008]), que pone de manifiesto una
realidad entre lo perturbador y lo tétrico que muchos prefieren ignorar como si
eso fuese suficiente para estar al margen de ella: la de unos espíritus y otras
entidades menos humanas que, cuando quieren, planean con antelación sus
insidiosas intenciones.
Nº De Serie: NC/TCM/00623. Escrito Por: The Cineman.
Publicado El: Domingo, 13 de agosto de 2017.
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