LUCY Y EL FALSO 10%
Uno de los malentendidos más
extendidos a nivel popular es que el cerebro humano solo opera al 10% de su
capacidad. Una barbaridad como la copa de un pino si se razona con un poco de
sentido común (un área que el cerebro no esté usando implica o bien un tumor o
una necrosis neuronal, conllevando la pérdida de facultades físicas o
mentales), pero que al cine le ha servido para crear películas como Lucy [Luc
Besson, 2014], en la que la susodicha prota de la película (una siempre
despampanante Scarlett Johansson), tras ingerir una droga experimental por
accidente, su cerebro se potencia de súbito mediante unas habilidades dignas de
una superheroína. Y si bien es verdad que el cine ha tratado reiteradamente el
tema de los genios (En Busca de Bobby Fischer [Steve Zaillian, 1994] y El
Indomable Will Hunting [Gus Van Sant, 1997] son dos buenos ejemplos al
respecto), la base de todos ellos no es un cerebro que solo funciona al 10% de
su capacidad, si no la de uno que, operando al 100%, sí posee unas
funcionalidades adicionales que no todos comparten. Y es que, no siendo lo
mismo capacidad que funcionalidad, el cerebro es un misterio al que la paradoja
y la ironía le siguen a la hora de investigarlo (a fin de cuentas es el propio
cerebro el que busca conocerse mejor a si mismo, vivo y muerto por igual), que
en condiciones normales proporciona inteligencia y raciocinio pero que en
condiciones extraordinarias hace leer códigos ultrasecretos como el niño
autista de Al Rojo Vivo [Harold Becker, 1998], que un médico decida fabricar
vida (Frankenstein y todas sus encarnaciones) o que otro adquiera la mayor
facultad deductiva del mundo (Sherlock Holmes y sus encarnaciones). Una
variedad de recursos mentales que ponen de relieve lo desconocido y lo
misterioso que es en realidad lo que está dentro de la cabeza, excepto por un
simple y pequeño detalle: que jamás funcionará al 10% de su capacidad.
Nº De Serie: NC/TCM/00630. Escrito Por: The Cineman.
Publicado El: Sábado, 19 de agosto de 2017.
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