Vista En: Youtube, martes 16 de enero de 2018.
Título Original: The Princess and the Goblin.
Director: József Gémes.
Guión: Robin Lyons, basado en la novela homónima de
George MacDonald, publicada en 1872. Género: Animación.
Música: István Lerch. Dirección Artística: [Desconocido].
Productoras: Siriol Productions, Pannónia Filmstúdió,
Sianel 4 Cymru, NHK y J&M Entertainment. Presupuesto: ±10.000.000 $.
Países: Reino Unido, Hungría, Japón y USA. Año: 1991. Duración: 82 minutos. Color.
Voces Originales:
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Personajes:
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Sally Ann Marsh
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Princesa Irene
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Peter Murray
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Curdie
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Joss Ackland
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El Rey
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Claire Bloom
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Tatarabuela de Irene
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Peggy Mount
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Reina de los Duendes
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Robin Lyons
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Rey de los Duendes
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Rik Mayall
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Príncipe Boca de Sapo
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Roy Kinnear
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Mump
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Victor Spinetti
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Glump
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Mollie Sugden
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Looti
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Frank Rozelaar Green
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Soldado alto y delgado
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William Hootkins
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Soldado bajo y gordo
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(Para ver su ficha completa en IMDb, pinchar aquí)
Argumento: Irene es una joven princesa que paseando una
tarde fuera del palacio se encuentra con unos duendes. Salvada por un niño
minero, Curdie, Irene intenta avisar a su padre sobre esos duendes, mientras
que Curdie cae sin querer en las profundidades de las minas, llegando al reino
de los duendes y descubriendo un complot para conquistar el reino de la
superficie.
Crítica: Extraña película animada dirigida por el
húngaro Gremes, realizador de otros títulos como Crónicas de Dalias [1983] y
Willy, el Gorrión [1989], la cual adolece de una animación algo más trabajada
en sus personajes como en sus fondos y paisajes, aunque la historia posee el
suficiente encanto para dar un mínimo de equilibro a sus defectos (el diseño de
los trolls, una panda de humanoides del tamaño de un niño de diez años,
grotesco como es necesario aunque a veces llega a cotas ridículos: lo del rey
duende llevando una enorme piedra en la cabeza a modo de corona de absurdo;
Irene y Curdie, así como el resto de humanos: su dibujo es en extremo modesto,
y algunos movimientos se antojan mecánicos y no muy naturales; el detalle de
hacer que el príncipe duende tenga ceceo le reduce de villano a una parodia de
villano). Teniendo un punto añadido a su favor en los paisajes y escenarios de
fondos, dándole la pátina medieval y fantástica adecuada, lo entrañable y
encantador de sus dos protagonistas principales como lo repugnante de sus
villanos son a la postre lo que confieren a La Princesa y los Duendes la
energía que la convierte en un largometraje para todos los públicos, con algún
simpático giro del guión (la reina duende, deshaciéndose siempre en “halagos”
{según la idiosincrasia de los duendes} hacia su hijo el príncipe; Irene,
siguiendo cierto hilo, bajando en picado de la superficie al reino duende sobre
una piedra: poco emocionante y sin dinamismo; los números musicales, obligado
en casi toda película animada que se precie, aunque su presencia aquí acaba
estando justificada). Breve y sin aburrir aunque tampoco es lo que se dice
espectacular, el largometraje se queda a mitad de camino de sus intenciones,
quedando en una muy cómoda medianía que la hace idónea para los más pequeños de
la casa. Una cinta con un cierto encanto, si bien este tampoco exuda por los
cuatro costados.
La Puntilla: Le quitas el ceceo y le cambias el rol de
príncipe de duendes al de brujo o dios de los duendes. Y otro gallo hubiera
cantado.
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